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<strong>Cuentos</strong> y <strong>mitos</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>piaroa</strong><br />
—Redondos como una pelota. Volvamos don<strong>de</strong> la tortuga. Comámosla<br />
juntos –dijo el muchacho.<br />
Al otro día fueron por allá, mas se encontraron con un gigantesco tigre.<br />
—¿Qué busca el tigre aquí en el sen<strong>de</strong>ro? –preguntó la muchacha.<br />
—El tigre no nos hace nada si le pasamos corriendo por el lado –contestó<br />
el indígena. Siguieron andando sin problemas, hasta que se encontraron<br />
con un buey tremebundo.<br />
—Eso es una bestia –dijo el <strong>piaroa</strong>.<br />
—Mejor si vamos <strong>de</strong>spacio –dijo la muchacha.<br />
Pero el muchacho tuvo miedo.<br />
—Si vamos <strong>de</strong>spacio la bestia nos apresará. Mejor si corremos, pues<br />
si el buey se encoleriza, es más cruel que el tigre.<br />
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38. LA FILA DE PIEDRAS<br />
Pitah conoce bien la historia, él se la contó a Ñemej, que fue quien se<br />
la contó a mi padre.<br />
Por aquella época vivían pocos <strong>piaroa</strong> porque <strong>los</strong> kerimine <strong>los</strong> habían<br />
matado. Los asesinos atacaron las churuatas: apresaron tres o cuatro, se<br />
<strong>los</strong> comieron y luego atacaron otras churuatas. Después <strong>los</strong> kerimine subieron<br />
a la montaña don<strong>de</strong> hoy en día se encuentran las piedras en fila,<br />
fueron para la montaña Meñerujewa y todos llevaban una piedra consigo.<br />
Su jefe le or<strong>de</strong>nó:<br />
—Todos y cada uno <strong>de</strong> nosotros tiene que llevar una piedra.<br />
Cada uno tomó una piedra y la llevó. Hombres, mujeres, niños. Llevaron<br />
tantas piedras para la montaña, como <strong>piaroa</strong> habían asesinado, y<br />
colocaron en fila las piedras en la montaña.<br />
Des<strong>de</strong> la cima se ve hasta muy lejos. Los kerimine se pusieron a<br />
observar la selva: se fijaron en la columna <strong>de</strong> humo que iba ascendiendo,<br />
porque don<strong>de</strong> hay <strong>piaroa</strong> trabajando en las plantaciones queman las malas<br />
hierbas. Y siempre subía el humo por sobre la selva. Y como <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
montaña se podía ver hasta muy lejos, el humo les mostró el camino a <strong>los</strong><br />
kerimine. Salieron en dirección a las churuatas y asesinaron.<br />
Las piedras quedaron allá. Las pue<strong>de</strong>s contar. Si alguien subía, llevaba<br />
consigo una piedra. Así siempre sabían cuántos <strong>piaroa</strong> habían matado.<br />
De la alta montaña podían ver todas las churuatas, todas las plantaciones,<br />
y partían siempre por don<strong>de</strong> se alzaba la columna <strong>de</strong> humo. Si<br />
encontraban vacía una churuata, seguían avanzando, porque si en una<br />
casa atrapaban a un <strong>piaroa</strong> para comérselo, la noticia se extendía y la<br />
gente huía. Hombres, mujeres iban <strong>de</strong> casa en casa para alertar a <strong>los</strong> <strong>piaroa</strong><br />
<strong>de</strong> lo sucedido. Si <strong>los</strong> kerimine encontraban una churuata habitada,<br />
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