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Cuentos y mitos de los piaroa

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<strong>Cuentos</strong> y <strong>mitos</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>piaroa</strong><br />

Le preguntó a su hermano cómo había preparado todas estas cosas<br />

para la ceremonia, pero Wajari le dijo: “Las mujeres nunca pue<strong>de</strong>n ver <strong>los</strong><br />

preparativos”.<br />

Los parientes <strong>de</strong> Wajari, su chujori, su chimiña y el mismo Wajari,<br />

se pusieron el ime, el Warime <strong>de</strong>l báquiro. Tres hombres cuidaban <strong>los</strong><br />

warimes que las mujeres no podían ver ni compren<strong>de</strong>r. Las mujeres se<br />

quedaron en su churuata. Los warimes <strong>de</strong>jaron el ruwo<strong>de</strong>, bailaron en<br />

torno <strong>de</strong> la churuata don<strong>de</strong> estaban las mujeres y luego regresaron al<br />

ruwo<strong>de</strong>. Tchejeru hizo una fogata ante la churuata. Y el aroma <strong>de</strong> este<br />

humo soplado mantiene en el cielo a <strong>los</strong> espíritus <strong>de</strong> <strong>los</strong> muertos y mantiene<br />

alejados a <strong>los</strong> primitivos. El humo <strong>los</strong> cegaría.<br />

Wajari, el jefe <strong>de</strong> <strong>los</strong> bailarines, bailaba en el medio y puso carne sobre<br />

una estera. Entró en la churuata mientras <strong>los</strong> otros quedaron afuera.<br />

Cantó algunas palabras. Tchejeru alzó el Warime y vio a su hermano.<br />

Wajari regresó al ruwo<strong>de</strong>. Allá estaba Buoka con el Warime <strong>de</strong>l mékira,<br />

el chácharo. Entonces Buoka y Wajari <strong>de</strong>jaron el ruwo<strong>de</strong> uno <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

otro. En la fila <strong>de</strong> <strong>los</strong> warimes venían Redyo, el huérfano, y Jischu, el mono.<br />

Entraron en la casa. Los warimes <strong>de</strong> Wajari, <strong>los</strong> imes, se separaron <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

bailarines <strong>de</strong> Buoka, es <strong>de</strong>cir, <strong>los</strong> mékiras. Tchejeru respondió al canto <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> bailarines <strong>de</strong> Wajari, mientras que Kwawañamu al <strong>de</strong> <strong>los</strong> Warimes <strong>de</strong><br />

Buoka. Luego estuvieron dos horas cantando el canto <strong>de</strong>l Warime, el canto<br />

<strong>de</strong> Wajari y el canto <strong>de</strong> Buoka. Cantaron sobre su recreación y sobre sus<br />

pensamientos.<br />

Al final <strong>de</strong>l canto <strong>los</strong> warimes regresaron al ruwo<strong>de</strong>.<br />

La fiesta en la casa <strong>de</strong> Pureydo duró nada más que cuatro días.<br />

Kwojmoj no sabía que Wajari y su gente habían celebrado la fiesta.<br />

Para el último día <strong>de</strong> la fiesta llegaron <strong>los</strong> chisapos (sobrinos) <strong>de</strong> Wajari,<br />

que eran <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Kwoimoi. Al regresar a su hogar, le contaron a su<br />

padre qué bailes tan bonitos habían visto. Y Kwoimoi dijo: “Nunca he<br />

visto <strong>los</strong> bailes <strong>de</strong> mi yerno”.<br />

Claro, Wajari no quiso invitarlo porque sabía que su suegro se comería<br />

a <strong>los</strong> warimes.<br />

10. WAJARI Y LOS INSTRUMENTOS MUSICALES<br />

La voz <strong>de</strong> Wajari sale por la flauta nasal, porque no la <strong>de</strong>scubrieron<br />

en aquella época. Tchejeru, la hermana <strong>de</strong> Wajari, hubiera querido <strong>de</strong>scubrirla.<br />

Porque Wajari estaba tocando el chuwo fuera <strong>de</strong> la churuata.<br />

Tchejeru estaba a<strong>de</strong>ntro, acostada en el chinchorro. Des<strong>de</strong> allí oyó la voz<br />

y así <strong>de</strong>spertó su curiosidad.<br />

—Debe ser algo interesante. ¿Qué es lo que suena allá afuera? –preguntó<br />

Tchejeru.<br />

Le gustó la voz <strong>de</strong> la flauta nasal.<br />

—¿Quién la estaría tocando? –se preguntó.<br />

Y entonces fue que empezó a tener miedo.<br />

Wajari, andando caute<strong>los</strong>amente, estaba tocando el chuwo fuera <strong>de</strong><br />

la churuata, mientras que su hermana estaba a<strong>de</strong>ntro.<br />

En cuanto salió el sol, con mucho cuidado escondió y enterró el instrumento.<br />

Luego su hermana salió y se puso a buscar el instrumento,<br />

pues quería saber <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> había venido esa voz.<br />

—¿Qué estás buscando, hermanita? –preguntó Wajari.<br />

—Quisiera saber quién estaba tocando ese instrumento que sonaba<br />

tan bien. Lo escuché acostada en el chinchorro.<br />

—No te ocupes <strong>de</strong> eso –le dijo Wajari–, es una cosa secreta.<br />

—¿Por qué? –insistió Tchejeru.<br />

—Porque es secreto –dijo Wajari–, y no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir.<br />

Tchejeru quería <strong>de</strong>scubrirlo <strong>de</strong> todas maneras; mas en vano buscó al<br />

chuwo, no lo encontró.<br />

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