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Cuentos y mitos de los piaroa

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39. Ñemej enseñó a cantar a mi padre<br />

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39. ÑEMEJ ENSEÑÓ A CANTAR A MI PADRE<br />

Escuchaba, escuchaba el canto y luego preguntó:<br />

—Ñemej, ¿qué vas a cantar esta noche?<br />

—Voy a cantar el ime, el báquiro y sus enfermeda<strong>de</strong>s.<br />

—Está bien, canta no más –dijo mi padre.<br />

Escuchaba, escuchaba el canto y se le quedó en la cabeza. Esto pasó<br />

aquí, don<strong>de</strong> ahora escuchan uste<strong>de</strong>s el canto <strong>de</strong> mi padre.<br />

Mi padre vino aquí al Temblador <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Caño <strong>de</strong> Ijure. Llegó y en<br />

seguida le dijo a Ñemej:<br />

—Tío (siempre lo llamó así, mientras que yo le <strong>de</strong>cía abuelo, pues<br />

según mi padre era el hermano <strong>de</strong> mi abuelo), ¿sobre qué vas a cantar<br />

esta noche? ¿Qué trabajas? (Pues ese es el trabajo <strong>de</strong>l meñé-ruwä, <strong>de</strong>l<br />

hombre <strong>de</strong> <strong>los</strong> cantos).<br />

—Tengo un canto sobre las enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l báquiro –respondió<br />

Ñemej.<br />

—Está bien –dijo mi padre.<br />

Había caído ya la tar<strong>de</strong> cuando Ñemej se preparó para soplar yopo.<br />

Poco tiempo <strong>de</strong>spués llegó su hija. Mi madre aún no había llegado. Yo<br />

tampoco. Y la hija <strong>de</strong> Ñemej le preguntó a mi padre:<br />

—Dime, ¿por qué no trajiste a mi hermana? Tengo algo que <strong>de</strong>cirle.<br />

—No podía venir –respondió mi padre–, trabaja en el sembrado, prepara<br />

el conuco.<br />

—Me engañas –continuó la muchacha–. ¿Por qué <strong>de</strong>jaste a mi hermana?<br />

–así le dijo mordaz a mi padre.<br />

Nemej empezó a cantar. La muchacha dijo así:<br />

—Está bien, esposo <strong>de</strong> mi hermana, tú respon<strong>de</strong>rás al canto <strong>de</strong> mi<br />

padre. Mi padre se separó <strong>de</strong> ella.<br />

Y la muchacha repitió:<br />

—Mira, esposo <strong>de</strong> mi hermana, contesta a lo que mi padre canta.<br />

—¿Yo? –preguntó mi padre–, yo sí que tengo mucho sueño –así dijo.<br />

—Vete a soplar yopo –dijo la cuñada–, con eso se te quitará el sueño.<br />

—Me cansé –respondió mi padre–, tuve que cargar mucha yuca.<br />

La muchacha <strong>de</strong>cía y <strong>de</strong>cía:<br />

—Vete a soplar yopo, te quitará el cansancio, te quitará el sueño. Vete<br />

y respón<strong>de</strong>le a mi padre.<br />

Mi padre respondió:<br />

—Está bien, voy, soplaré yopo y dormiré un poquito.<br />

—No –dijo la muchacha–, ve don<strong>de</strong> mi padre, conversa con él.<br />

—Sí, sí –dijo mi padre, riendo juguetón.<br />

De nuevo Ñemej se dispuso a cantar. Mi padre se dirigió a su chinchorro.<br />

La muchacha le preguntó:<br />

—¿Soplaste yopo?<br />

—Pues sí, soplé, pero me dijiste: “El yopo te quitará el sueño”, pero<br />

me dio más sueño todavía –dijo mi padre sonriendo e hizo como si durmiera.<br />

Porque no quería respon<strong>de</strong>r al canto. Dormir era su único <strong>de</strong>seo.<br />

—¿Soplaste mucho o poco? –preguntó la muchacha.<br />

—Mucho, pero no me sirvió <strong>de</strong> nada, solo me dio más sueño –fue la<br />

respuesta.<br />

—Vete y respón<strong>de</strong>le a mi padre –pidió la muchacha–, y por fin mi<br />

padre se dirigió al meñé-ruwä.<br />

Y luego cantaron hasta la madrugada.<br />

Mientras tanto llegó mi madre también. Mi padre, según su costumbre,<br />

se dirigió a ella y le dijo algunas palabras juguetonas. Mi madre le<br />

pidió que la <strong>de</strong>jara en paz porque quería conversar con tranquilidad.<br />

Pero mi padre no cedió y siguió hablando.<br />

Sin embargo, más tar<strong>de</strong> la <strong>de</strong>jó y se fue a soplar yopo. Y entonces fue<br />

cuando mi madre pudo conversar tranquilamente con su hermana.<br />

Dentro <strong>de</strong> un rato mi padre regresó a don<strong>de</strong> estaban las mujeres y mi<br />

madre le preguntó:<br />

—¿No tienes sueño?<br />

—Uste<strong>de</strong>s me pidieron que soplara, ¿no? soplé un poquito, pero no<br />

me quitó el sueño. Luego le pedí a Ñemej que cantara sobre las enfermeda<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l mono.<br />

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