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El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

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Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />

cuesta al arte saberse ocultar, era la que más los atraía. De Thierry se cuenta que<br />

el día que <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> existir para la vida intelectual, <strong>de</strong>spertó a su criado a las cuatro<br />

<strong>de</strong> la mañana y le dictó un ligero cambio a una frase <strong>de</strong> la Conquista, que sólo el<br />

podía <strong>de</strong>sear mejor <strong>de</strong> lo que estaba. Las reminiscencias <strong>de</strong> los contemporáneos<br />

pue<strong>de</strong>n también discordar, y aun contra<strong>de</strong>cir, pero su bondad estriba en ser unánimes,<br />

precisas, admirablemente gráficas en cuanto al carácter <strong>de</strong>l héroe y a la<br />

impresión que en vida les causó y que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte conservaron clara y<br />

profundamente única.<br />

«La inexactitud, que es uno <strong>de</strong> los rasgos <strong>de</strong> todas las producciones populares,<br />

dice Renán, se hace sentir particularmente en los Evangelios, que son biografías<br />

legendarias. Supongamos que, hace quince o veinte años, tres o cuatro viejos<br />

veteranos <strong>de</strong>l Primer Imperio se hubiesen puesto a escribir cada uno por su<br />

cuenta, y ayudados sólo por sus recuerdos, la vida <strong>de</strong> Napoleón. Es claro que sus<br />

relatos adolecerían <strong>de</strong> numerosos errores, <strong>de</strong> incontables discordancias. Uno colocaría<br />

a Wagram antes <strong>de</strong> Marengo; otro no vacilaría en escribir que Bonaparte<br />

arrojó <strong>de</strong> las Tullerías a Robespierre; otro, en fin, omitiría las expediciones <strong>de</strong><br />

mayor importancia. Pero una cosa se <strong>de</strong>stacaría firmemente con un alto grado <strong>de</strong><br />

verdad <strong>de</strong> esas ingenuas y sencillas narraciones: el carácter <strong>de</strong>l héroe y la imprecisión<br />

que <strong>de</strong>jó en torno suyo. Por tal aspecto esas reminiscencias populares valdrían<br />

mucho más que una historia solemne y oficial.»<br />

«Tratemos en nuestros días, dice el mismo autor en otra <strong>de</strong> sus obras, con<br />

nuestros innumerables medios <strong>de</strong> información y <strong>de</strong> publicación, tratemos <strong>de</strong> saber<br />

exactamente cómo se <strong>de</strong>sarrolló tal importante episodio <strong>de</strong> la historia contemporánea,<br />

cuáles fueron los preliminares, qué móviles e intenciones los movieron, y no<br />

lo conseguiremos. Por mi parte he tratado a menudo, como experiencia <strong>de</strong> crítica<br />

histórica, <strong>de</strong> formarme una i<strong>de</strong>a cabal <strong>de</strong> acontecimientos que han pasado ante<br />

mis ojos, tales como los sucesos <strong>de</strong> febrero, <strong>de</strong> junio, etc., y nunca he logrado<br />

quedar satisfecho. Es, pues, necesario escoger entre dos sistemas: o no escribir sino<br />

historia general, no tratar sino las gran<strong>de</strong>s líneas <strong>de</strong> la revoluciones políticas sociales<br />

y religiosas, las únicas que son rigurosamente ciertas, o <strong>de</strong>sprevenirse sobre la<br />

exactitud <strong>de</strong> los <strong>de</strong>talles, y aceptarlos, no como la verdad absoluta, sino como<br />

rasgos <strong>de</strong> costumbres dignas <strong>de</strong> ser tomadas en consi<strong>de</strong>ración.»<br />

Otro tanto pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse <strong>de</strong> los recuerdos que nos <strong>de</strong>jaron los compañeros <strong>de</strong><br />

<strong>Bolívar</strong>, sobre los cuales se ha escrito esta obra. Nada hay que agregar ya a los gran<strong>de</strong>s<br />

capítulos <strong>de</strong> los Anales bolivianos. Menester sería que se <strong>de</strong>scubrieran nuevos<br />

documentos, que se redactaran otras memorias, y ya los archivos nacionales y<br />

extranjeros no guardan secretos, ni quedan libertadores sobrevivientes para narrarnos,<br />

al amor <strong>de</strong> la lumbre, sus recuerdos <strong>de</strong> antaño. Ni es posible superar tampoco<br />

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