El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto
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Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />
al propio tiempo su historia sobre los lugares mismos que <strong>de</strong> ella fueron teatro, y<br />
apren<strong>de</strong> sus fábulas heroicas. <strong>Bolívar</strong>, meditabundo, contemplaba con profunda<br />
emoción aquellas ruinas que había hecho la avaricia.<br />
En el Cuzco, capital <strong>de</strong>l antiguo imperio <strong>de</strong>l Perú, edificada por Manco-<br />
Cápac, hijo <strong>de</strong>l Sol, encontró el general Sucre el real estandarte que trajo<br />
Pizarro en 1533, los pendones <strong>de</strong>l Alto Perú y algunas ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong>l ejército<br />
español.<br />
<strong>El</strong> Libertador fue recibido a las puertas <strong>de</strong>l antiguo Templo <strong>de</strong>l Sol, como<br />
antes lo había sido Sucre. Era este templo tan suntuoso en metales y piedras preciosas<br />
que fue llamado Plaza <strong>de</strong> oro (Cori-Cancha). La entrada daba al oriente; su<br />
suelo, sus muros y puertas estaban forrados <strong>de</strong> planchas y clavos <strong>de</strong> oro. Un sol <strong>de</strong><br />
oro puro resplan<strong>de</strong>cía en el fondo <strong>de</strong>l templo circuído <strong>de</strong> turquesas y esmeraldas.<br />
Al pie <strong>de</strong>l altar estaban las momias <strong>de</strong> los Incas, sentadas en sillas <strong>de</strong> oro. Enfrente<br />
se veían gran<strong>de</strong>s copas <strong>de</strong> plata, <strong>de</strong>stinadas a las ofrendas; tinajas y jarras, también<br />
<strong>de</strong> plata, guarnecidas <strong>de</strong> piedras preciosas. Jardines vastísimos ro<strong>de</strong>aban el templo,<br />
adornados <strong>de</strong> magníficas fuentes que sombreaban frondosos árboles. Las vírgenes<br />
<strong>de</strong>l Sol vivían en palacios cerca <strong>de</strong>l templo: ocupábanse en hilar la lana <strong>de</strong> las vicuñas<br />
y tejerla para las colgaduras <strong>de</strong>l santuario; preparaban el pan y el vino para las<br />
gran<strong>de</strong>s fiestas y guardaban el fuego sagrado que el sumo sacerdote encendía todos<br />
los años en la fiesta <strong>de</strong>l Sol.<br />
<strong>El</strong> espectáculo <strong>de</strong> la divina Naturaleza <strong>de</strong>tuvo siempre los pasos <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong><br />
<strong>Bolívar</strong> y colmó su corazón <strong>de</strong> una alegría dionisíaca, <strong>de</strong> una suerte <strong>de</strong> emulación,<br />
al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Rodó, que lo impulsaba a hacer <strong>de</strong> modo que entrara él mismo a<br />
formar parte <strong>de</strong>l panorama imponente y a señoriarlo como protagonista.<br />
Un día <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong>l año <strong>de</strong> 1829, en ruta para el norte, divisa, al caer <strong>de</strong><br />
la tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la más alta cima <strong>de</strong>l Quindio, o Cordillera Central, el espléndido y<br />
armonioso Valle <strong>de</strong>l Cauca, semejante, en su configuración, a la caja <strong>de</strong> una guitarra,<br />
cuyo encordado <strong>de</strong> plata es el río que da su nombre al Valle, y <strong>Bolívar</strong>, fuera<br />
<strong>de</strong> sí, pasmado ante tanta belleza, exclama: ¡Oh, sí! ¡Ni los campos <strong>de</strong> la Toscana! ¡Este<br />
Valle es el jardín <strong>de</strong> la América!<br />
En su ascensión al Chimborazo se percibe ese otro sentimiento que lo animó<br />
toda su vida: el orgullo <strong>de</strong> subir, <strong>de</strong> pisar la frente <strong>de</strong>l coloso, <strong>de</strong> llagar más arriba<br />
que La Condamine, más arriba que Humboldt, don<strong>de</strong> no haya otra huella antes<br />
que la suya (3).<br />
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