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El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

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Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />

Arcos triunfales, coronas <strong>de</strong> laurel, discursos, solemnes Te Deum, medallas <strong>de</strong><br />

oro y <strong>de</strong> palta, banquetes, bailes, fuegos artificiales, gran<strong>de</strong>s iluminaciones y otros<br />

signos <strong>de</strong> regocijo público siguieron durante las siete semanas que el Libertador<br />

permaneció en el Potosí.<br />

<strong>El</strong> 7 <strong>de</strong> octubre, en la noche, llegaron los plenipotenciarios argentinos señores<br />

Alvear y Vélez, enviados por el Gobierno <strong>de</strong> las Provincias Unidas a saludar y<br />

felicitar al Libertador. <strong>El</strong> 19 fueron recibidos en audiencia solemne. Uno <strong>de</strong> aquellos<br />

plenipotenciarios escribía a un amigo <strong>de</strong> Buenos Aires:<br />

«He tenido el gusto <strong>de</strong> conocer al Libertador; he hablado con él en un baile;<br />

es muy popular y muy afable con todos, caos que no traduce su aspecto a primera<br />

vista; merece, sin ninguna duda, este gran<strong>de</strong> hombre, el alto concepto que todos<br />

tienen formado <strong>de</strong> él, según mi juicio, y el <strong>de</strong> todos los que tienen la fortuna <strong>de</strong><br />

tratarle...<br />

«En el convite <strong>de</strong> que te hablo tuve el gusto <strong>de</strong> estar sentado a tres personas<br />

<strong>de</strong>l Libertador, al lado <strong>de</strong> nuestro estimado amigo Dorrego, y enfrente <strong>de</strong>l gran<br />

mariscal Sucre, general Miller, y constante patriota Lanza, <strong>de</strong> suerte que nada<br />

perdí <strong>de</strong> cuanto sucedió en seis hora que duró la mesa. Des<strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> ella estuvimos<br />

como títeres sentándonos y levantándonos, tal era el torrente <strong>de</strong> brindis.<br />

Los míos sólo pasaron <strong>de</strong> seis, y fue este el número <strong>de</strong> los que el Libertador dijo <strong>de</strong><br />

entrada, sin dar lugar a acabar lo que se bebía por uno, cuando <strong>de</strong>cía el otro y<br />

sucesivamente. Al fin <strong>de</strong> la mesa llegó hasta pararse sobre la silla en que se sentaba,<br />

y <strong>de</strong>cir: «Señores, estoy borracho» ; hizo una pausa muy graciosa y continuó lleno<br />

<strong>de</strong> alegría. Se sentó y dijo <strong>de</strong>spués: «Hoy hemos ganado más que una batalla...»<br />

«Hemos asistido a tres gran<strong>de</strong>s bailes en los que el Libertador, todos los generales,<br />

oficiales y <strong>de</strong>más concurrentes, se confundían en las contradanzas y valses,<br />

con la igualdad que les daba el título <strong>de</strong> ciudadanos. En todos ellos ha habido una<br />

mesa espléndida, antes <strong>de</strong> ser tocada, y <strong>de</strong>sierta media hora <strong>de</strong>spués muy particularmente<br />

<strong>de</strong>l vino y licores, con prevención <strong>de</strong> que tendría <strong>de</strong> largo la tal mesita<br />

como cuarenta varas, quizá más, y <strong>de</strong> ancho como tres, y toda perfectamente<br />

cubierta; pero amigo, aquí se dice hip, hip, hurra, hurra! y todos apuran el vaso, esta<br />

es la vasija en que se brinda (2).»<br />

Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la entrada triunfal quiso subir <strong>Bolívar</strong> a la cumbre <strong>de</strong>l imponente<br />

cerro que da su nombre a la ciudad, y allá se dirigió el 26 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong><br />

1825, acompañando <strong>de</strong>l mariscal Sucre, <strong>de</strong>l general Guillermo Miller, prefecto <strong>de</strong><br />

aquel <strong>de</strong>partamento, <strong>de</strong> los plenipotenciarios <strong>de</strong>l Plata, enviados por el Gobierno<br />

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