30.04.2013 Views

El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />

improvisado púlpito, arrancó <strong>de</strong> él al monje, y arrastrándole, le amenazó con la<br />

muerte inmediata si se atrevía a resistir.<br />

Don José Domingo Díaz, furibundo realista y apologista <strong>de</strong> Boves, refiere el<br />

soberbio suceso <strong>de</strong> aquel día en estos términos:<br />

«Era el jueves santo, 26 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1812, a las cuatro <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. <strong>El</strong> cielo <strong>de</strong><br />

Caracas estaba extremadamente claro y brillante, una calma inmensa aumentaba<br />

la fuerza <strong>de</strong> un calor insoportable; caían algunas gotas sin verse la menor nube que<br />

las arrojase, y yo salí <strong>de</strong> mi casa para la santa iglesia catedral. Como cien pasos<br />

antes <strong>de</strong> llegar a la plaza <strong>de</strong> San Jacinto, convento <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> predicadores<br />

comenzó la tierra a moverse, con un ruido espantoso, corrí hacia aquella, y algunos<br />

balcones <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> correros cayeron a mis pies al entrar en ella; me situé<br />

fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> las ruinas <strong>de</strong> los edificios, y allí vi caer sobre sus fundamentos<br />

la mayor parte <strong>de</strong> aquel templo, y allí también entre el polvo <strong>de</strong> la muerte, vi la<br />

<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> una ciudad que era el encanto <strong>de</strong> los naturales y <strong>de</strong> los extranjeros.<br />

«A aquel ruido inexplicable sucedió el silencio <strong>de</strong> los sepulcros. En aquel<br />

momento me hallaba solo en medio <strong>de</strong> la plaza y <strong>de</strong> la ruinas; oí los alaridos <strong>de</strong> los<br />

que morían <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l templo; subí por ellas y entré en su recinto. Todo fue obra <strong>de</strong><br />

un instante. Allí vi como cuarenta personas o hechas pedazos o prontas a expirar por<br />

los escombros. Volví a subirlas, y jamás se me olvidará este momento. En lo más elevado<br />

<strong>de</strong> las ruinas encontré a don Simón <strong>Bolívar</strong>, que en mangas <strong>de</strong> camisas trepaba<br />

por ellas. En su semblante estaba pintado el sumo terror, o la suma <strong>de</strong>sesperación.<br />

Me vio y me dirigió estas impías y extravagantes palabras: «Si la naturaleza se opone<br />

a nuestros <strong>de</strong>signios, lucharemos contra ella y la someteremos (8).»<br />

Al lado <strong>de</strong> estas palabras, dice José Enrique Rodó, pali<strong>de</strong>ce la imprecación<br />

famosa <strong>de</strong> Ayax <strong>de</strong> Telamón.<br />

66

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!