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El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

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Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />

En aquel <strong>de</strong>sierto, en el extremo <strong>de</strong> un valle angosto que se interna hacia los<br />

An<strong>de</strong>s, y sobre el cual se levantan a cada paso enormes peñascos solitarios, está<br />

situado, a tres jornadas <strong>de</strong> Lima, el pueblo <strong>de</strong> Pativilca. Dista cuatro leguas <strong>de</strong>l<br />

puerto <strong>de</strong> supe, y en el trayecto se encuentra otra pequeña al<strong>de</strong>a llamada Barranca.<br />

Todo ese camino, dice Bur<strong>de</strong>tt O’Connor (2), es <strong>de</strong> pesada arena en la que se<br />

hun<strong>de</strong>n los pies <strong>de</strong> los transeúntes.<br />

Allí se encontraba el Libertador, a principios <strong>de</strong> 1824, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su marcha<br />

a Trujillo, don<strong>de</strong> había tomado preso todo el ejército rebel<strong>de</strong> con sus jefes. Riva<br />

Agüero y Herrera, quienes fueron <strong>de</strong>spachados con grillos a Lima, entonces bajo<br />

el Gobierno <strong>de</strong>l marqués <strong>de</strong> Torre-Tagle y <strong>de</strong> don Juan <strong>de</strong> Berindoaga, presi<strong>de</strong>nte<br />

y ministro <strong>de</strong> Guerra, respectivamente, <strong>de</strong>jados por <strong>Bolívar</strong> en esa capital. Sólo<br />

una escolta <strong>de</strong> la Guardia lo custodiaba y los gran<strong>de</strong>s generales <strong>de</strong> Colombia y <strong>de</strong>l<br />

Perú, los arrogantes oficiales <strong>de</strong>l ejército, «vestidos <strong>de</strong> hermosos uniformes», que<br />

atravesaban, <strong>de</strong>partiendo, el gran patio <strong>de</strong> la casa que habitaba el Libertador.<br />

Pocos días <strong>de</strong>spués, éste cayó enfermo a consecuencia <strong>de</strong> las largas jornadas hechas<br />

en aquellos <strong>de</strong>siertos, <strong>de</strong> cielo inmisericor<strong>de</strong>s.<br />

Espinar, su secretario, <strong>de</strong>cía con tal motivo a Tomás Heres, el 3 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong><br />

ese año: «<strong>El</strong> Libertador llegó a este pueblo bastante malo y continúa nada bien.<br />

Una complicación se síntomas se presenta, pero él rehúsa tomar medicinas: con<br />

todo, hoy ha empezado a tomar purgantes ligeros. Todo, todo le <strong>de</strong>sagrada, todo le<br />

molesta, nos tienen con bastante cuidado.» Al día siguiente torna a <strong>de</strong>cirle: «S. E. el<br />

Libertador amaneció bastante <strong>de</strong>spejado pero sumamente débil. Le sentaron mal<br />

el suero y otros brebajes y le resultaron vómitos. Está <strong>de</strong>caído. Es menos su enfermedad<br />

que la falta <strong>de</strong> régimen que observa. Es un gran mal no tener respeto por<br />

persona alguna (3).»<br />

<strong>Bolívar</strong> mismo le da al general Santan<strong>de</strong>r estos pormenores <strong>de</strong> su enfermedad,<br />

en cara <strong>de</strong> 7 <strong>de</strong> enero:<br />

«Es una complicación <strong>de</strong> irritación interna y <strong>de</strong> reumatismo, <strong>de</strong> calentura y<br />

<strong>de</strong> un poco <strong>de</strong> mal <strong>de</strong> orina, <strong>de</strong> vómito y dolor cólico. Todo esto hace un conjunto<br />

que me ha tenido <strong>de</strong>sesperado y me aflige todavía mucho. Ya no puedo hacer un<br />

esfuerzo sin pa<strong>de</strong>cer infinito. Usted no me conocería, porque estoy muy acabado<br />

y muy viejo, y en medio <strong>de</strong> una tormenta como ésta represento la senectud.<br />

A<strong>de</strong>más, me suelen dar <strong>de</strong> cuando en cuando unos ataques <strong>de</strong> <strong>de</strong>mencia, aun<br />

cuando estoy bueno, que pierdo enteramente la razón, sin sufrir el más pequeño<br />

ataque <strong>de</strong> enfermedad y <strong>de</strong> dolor. Este país con sus reproches en los páramos, me<br />

renueva dichos ataques cuando los paso al atravesar las sierras (4).»<br />

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