El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto
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XIX. La entrevista <strong>de</strong> Guayaquil<br />
encontrar al Libertador, y regresó a Lima en espera <strong>de</strong> mejor ocasión. Pocos meses<br />
<strong>de</strong>spués, al saber que <strong>Bolívar</strong> marchaba hacia el Sur, le escribió <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Lima, el 13<br />
<strong>de</strong> julio: «Mi alma se llena <strong>de</strong> pensamientos y <strong>de</strong> gozo cuando contemplo aquel<br />
momento (el <strong>de</strong> entrevista) : nos veremos y presiento que la América no olvidará<br />
el día en que nos abracemos.»<br />
<strong>El</strong> 26 <strong>de</strong> <strong>de</strong>sembarcó en San Martín. Un batallón abierto en filas le hizo los honores.<br />
Al llegar a la suntuosa casa que se le había preparado, el Libertador, vestido <strong>de</strong><br />
gran<strong>de</strong> uniforme, y ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> su Estado Mayor, le dio la bienvenida al pie <strong>de</strong> la escalera<br />
(2) . Los héroes se abrazaron. «Al fin se cumplieron mis <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> conocer y estrechar<br />
las manos <strong>de</strong>l renombrado general San Martín», exclamó <strong>Bolívar</strong>. San Martín<br />
contestó que los suyos estaban cumplidos al encontrar al Libertador. En seguida subieron<br />
<strong>de</strong>l brazo.<br />
En el salón <strong>de</strong> recepciones el Libertador presentó sus generales al Protector. Luego<br />
empezaron a <strong>de</strong>sfilar las corporaciones que iban a saludar a los héroes. Una disputa <strong>de</strong><br />
matronas y señoritas les dio la bienvenida en una bella arenga. Una joven <strong>de</strong> diez y<br />
ocho años, la más hermosa <strong>de</strong>l Guayas, llamada Carmen Garaycoa, ofreció a San<br />
Martín una corona <strong>de</strong> laurel <strong>de</strong> oro esmaltado. Retirada la concurrencia, los héroes<br />
quedaron solos y empezaron a pasearse por el salón. Poco <strong>de</strong>spués cerraron la puerta y<br />
conferenciaron privadamente por espacio <strong>de</strong> hora y media. Terminada la conferencia,<br />
<strong>Bolívar</strong> se retiró acompañado hasta el pie <strong>de</strong> la escalera por San Martín, y, por la tar<strong>de</strong>,<br />
este pagó al primero su visita, que sólo duró media hora.<br />
<strong>El</strong> 27 <strong>de</strong> julio, a la una <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, San Martín se dirigió a casa <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong>, y<br />
encerrados <strong>de</strong> nuevo permanecieron cuatro horas en conferencia secreta. A las<br />
cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> abrieron la puerta, y pues empezaban a llegar los invitados al gran<br />
banquete con que el Libertador obsequiaba al Protector. Pasaron en seguida al<br />
comedor, espléndidamente preparado, y <strong>Bolívar</strong> ocupó la cabecera, señalando el<br />
puesto <strong>de</strong> su <strong>de</strong>recha a San Martín. Llegada la hora <strong>de</strong>l champaña, inició <strong>Bolívar</strong><br />
los brindis, poniéndose <strong>de</strong> pie y con la copa en la mano. San Martín contestó<br />
mo<strong>de</strong>stamente.<br />
Terminado el banquete, el Protector se retiró a su casa a <strong>de</strong>scansar, tornando<br />
a salir a las nueve para asistir al baile a que había sido invitado por la Municipalidad.<br />
«Fue muy agradable, refiere un testigo, la impresión que nos hizo la casa <strong>de</strong>l<br />
cabildo por la brillantez <strong>de</strong>l adorno <strong>de</strong> los salones, la espléndida iluminación, la<br />
hermosura y elegancia <strong>de</strong> las damas guayaquileñas.»<br />
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