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El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto

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Cornelio Hispano <strong>El</strong> <strong>Libro</strong> <strong>de</strong> <strong>Oro</strong> <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />

¡Y extraordinaria coinci<strong>de</strong>ncia! <strong>El</strong> mismo día en que <strong>Bolívar</strong> dictaba su<br />

<strong>de</strong>creto <strong>de</strong> guerra a muerte, a las ocho <strong>de</strong> la mañana, era fusilado en la plaza <strong>de</strong><br />

Barinas el coronel Antonio Nicolás Briceño, <strong>de</strong>rrotado y preso en Guasdalito el 16<br />

<strong>de</strong> mayo anterior. La historia ha conservado una carta dirigida <strong>de</strong> Cúcuta a<br />

Briceño por su esposa, la bella Dolores Jerez, carta que Briceño recibió el 14 <strong>de</strong><br />

aquel mes <strong>de</strong> mayo:<br />

«Mi amado Nicolás: ... Sobre lo que me dices <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sgraciados españoles<br />

quiero que Dios ponga tiento en tus justicias... Como estamos todavía en este mar<br />

inmenso y no sabemos por quién se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> la suerte, será mejor no cantar victoria<br />

hasta el fin; el silencio es muy bueno en todos los casos, obrando al mismo tiempo<br />

según lo dicte la pru<strong>de</strong>ncia... Algunas letras van borradas, porque hoy estoy triste<br />

y te escribo llorando. Ignacita te manda tantas cosas que no caben en la pluma...<br />

Tu invariable y muy constante, Dolores Jerez (9).»<br />

Pero si Briceño fue cruel con sus enemigos, fue digno y heroico en su muerte.<br />

Sin ro<strong>de</strong>os confesó a los jueces su pacto <strong>de</strong> Cartagena y su resolución <strong>de</strong> exterminar<br />

a los españoles en Venezuela, y, por último, los intimidó <strong>de</strong>scribiéndoles el<br />

invencible ejército <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong> y los auxilios que Nariño había enviado, «todos animados<br />

con la esperanza <strong>de</strong>l triunfo».<br />

Juan Vicente González, que con frase <strong>de</strong> fuego execró la guerra a muerte,<br />

dice, refiriéndose a aquellos bravos que fueron sacrificados con Briceño:<br />

«Todos fueron valientes aquel día, sin que ninguno diese a sus jueces el orgulloso<br />

placer <strong>de</strong> verlos suplicantes y humillados. Cuando se comparece <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

la victoria, el papel <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong> valor es envolverse en su manto y morir.»<br />

Inútil es agregar que los jueces españoles, según su costumbre en esos bárbaros<br />

tiempos, extremaron los refinamientos <strong>de</strong> crueldad en aquellos vencidos. <strong>El</strong> cadáver<br />

<strong>de</strong> Briceño fue mutilado, y la cabeza y la mano <strong>de</strong>recha expuesta en escarpias fuera<br />

<strong>de</strong> la ciudad. Así también fueron mutilados e infamados en Caracas los cadáveres <strong>de</strong><br />

José María España y José Félix Rivas. Así <strong>de</strong>scuartizaron las Reales Justicias <strong>de</strong> Santa<br />

Fe, el 30 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1782, a José Antonio Galán, y, más tar<strong>de</strong>, a Camilo Torres,<br />

Maestro y Padre <strong>de</strong> la Revolución, el hombre que encarna el espíritu <strong>de</strong> nuestra nacionalidad,<br />

el férreo inspirador <strong>de</strong> la guerra a muerte, bajo la cual cayó él mismo con<br />

insigne gesto <strong>de</strong> apóstol y <strong>de</strong> mártir.<br />

Luego viene la fabulosa campaña <strong>de</strong> 1813, en la que Simón <strong>Bolívar</strong>, al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong>l<br />

historiador español Pedro <strong>de</strong> Urquinaona, con trescientos miserables <strong>de</strong> Santa Fe<br />

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