El Libro de Oro de Bolívar - Otra Mirada del Conflicto
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XI. La Guerra a muerte<br />
Ocho individuos: tres venezolanos y los <strong>de</strong>más europeos, subscribieron, en<br />
francés, el feroz pacto.<br />
Con tal documento se presentó Briceño en Cúcuta exigiendo a <strong>Bolívar</strong> y al general<br />
granadino Castillo, que lo aprobasen y lo tomaran por norma <strong>de</strong> conducta. Los dos<br />
jefes, ¡tales eran los tiempos! lo aceptaron, con ligeras observaciones, y lo firmaron en<br />
Cúcuta el 20 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1813. Poco <strong>de</strong>spués, Briceño publicaba un bando <strong>de</strong>clarando<br />
la guerra a muerte, <strong>de</strong> acuerdo con su plan, y para cumplir sus amenazas <strong>de</strong>capitó<br />
a dos españoles pacíficos <strong>de</strong> San Cristóbal y remitió las cabezas a <strong>Bolívar</strong> y Castillo,<br />
con cartas cuya primera línea estaba escrita con sangre <strong>de</strong> las víctimas.<br />
<strong>El</strong> 20 <strong>de</strong> mayo siguiente, Camilo Torres, presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Congreso <strong>de</strong> Tunja, dirige<br />
a los venezolanos aquella célebre proclama que pareciese inspirada por la venganza<br />
antigua:<br />
«¡Venezolanos! reunidos bajo las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la Nueva Granada que tremolan<br />
ya en vuestros campos, y que <strong>de</strong>ben llenar <strong>de</strong> terror a los enemigos <strong>de</strong>l nombre<br />
americano. Sacrificad a cuantos se opongan a la libertad que ha proclamado<br />
Venezuela y que han jurado <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r con los <strong>de</strong>más pueblos que habitan en el<br />
universo <strong>de</strong> Colón. <strong>El</strong> odio <strong>de</strong>be haberse encendido en vuestros corazones para<br />
perseguir hasta el escarmiento y la muerte misma a los tiranos (5)...»<br />
<strong>El</strong> 15 <strong>de</strong> junio siguiente, <strong>Bolívar</strong>, como en obe<strong>de</strong>cimiento al Congreso <strong>de</strong><br />
Tunja, a cuyas ór<strong>de</strong>nes estaba, dicta en Trujillo su Decreto <strong>de</strong> guerra a muerte:<br />
«Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis<br />
activamente en obsequio <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> América. Americanos, contad con la<br />
vida, aun cuando seáis culpables (6).»<br />
Con razón se ha dicho que el mundo no había oído antes, ni en boca <strong>de</strong><br />
Alarico ni <strong>de</strong> Atila, semejante grito <strong>de</strong> exterminio y <strong>de</strong> muerte.<br />
Montados en caballos indómitos, sobre silla <strong>de</strong> cuero crudo; vestidos <strong>de</strong><br />
calzón corto, camisa ancha y suelta, sombrero <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s alas, y armados <strong>de</strong> larga<br />
y filuda lanza, aquellos escuadrones no recibían más disciplina ni conocían más<br />
táctica que la <strong>de</strong> cargar al enemigo sobre el cual caían como un torrente y pasaban<br />
como un huracán en el campo <strong>de</strong> batalla.<br />
<strong>El</strong> Congreso y Gobierno granadinos nunca <strong>de</strong>saprobaron la conducta <strong>de</strong> <strong>Bolívar</strong><br />
en su campaña <strong>de</strong> Venezuela, y, antes bien, el 25 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1813, lo elevaron al<br />
grado <strong>de</strong> mariscal <strong>de</strong> campo (7), y, <strong>de</strong>spués, dándose por satisfechos <strong>de</strong> su conducta, lo<br />
hicieron capitán general <strong>de</strong> los ejércitos <strong>de</strong> la Nueva Granada (8).<br />
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