06.05.2013 Views

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

experimentarse mucho placer con el asesinato ya que se trataba de una simple<br />

sustitución. El asesinato durante el acto, del que se hubiese podido decir que<br />

consistía en una forma compleja de sexualidad, era en realidad un gesto de<br />

impaciencia: como no se podía sacar <strong>nada</strong> sólido de ese cuerpo gesticulante y<br />

sudoroso, se lo suprimía. Con los mismos argumentos hubiese podido hacerse la<br />

apología del suicidio. La incapacidad de satisfacción no se debía menos al propio<br />

cuerpo que al ajeno. En realidad, el Caballero debía plantearse todos esos<br />

problemas para refutar la incontinencia teórica de sus amigos, y <strong>nada</strong> más que por<br />

eso. Si por él hubiese sido, <strong>nada</strong> le hubiese impedido fornicar de vez en cuando<br />

como Dios manda, con una mujer joven y agradable dispuesta a ser la madre de<br />

sus hijos, sin teorizar demasiado y sin esperar la obtención de un placer<br />

memorable. Dolmancé y la hermana del Caballero, en cambio, eran enemigos<br />

declarados de la procreación. El Caballero debía compartir sus opiniones por<br />

esnobismo, es decir, por carencia de opiniones propias. En general, todo hacía<br />

suponer que el Caballero se resignaba a esas fantasías por falta de carácter o por<br />

pura cortesía, rasgos que suelen acompañar al esnobismo. Que el esnobismo —un<br />

esnobismo trágico, en algunos casos, desde luego—podía ser el móvil de sus<br />

amigos era una posibilidad no del todo descartable. Pero en general podía decirse,<br />

debía pensar el Caballero, que se trataba de una intensa fobia del sexo y de las<br />

actividades sexuales. Si hubiese sido de otro modo, la señora de San Ángel no<br />

hubiese tenido todo el tiempo la convicción de estar corrompiendo a Eugenia. El<br />

empeño que ponían en corromperse unos a otros demostraba que de un modo<br />

natural adscribían la sexualidad a la esfera del mal. Si el maricón de Dolmancé en<br />

lugar de hacerse el pedante citando vagos ejemplos históricos y antropológicos<br />

para fundamentar sus teorías, hubiese estado al tanto de cómo ciertas sectas<br />

taoístas y tántricas concebían la sexualidad, le habría resultado fácil, si era capaz de<br />

hacer abstracción durante unos momentos de los culos de los muchachones que lo<br />

rodeaban, darse cuenta de que sus prácticas sexuales no eran elegidas por él, sino<br />

que estaban dirigidas desde fuera por la sociedad entera, la misma sociedad cuyos<br />

principios pretendía pisotear. Pero eso el Caballero no hubiese podido pensarlo<br />

por sí solo. El tiempo de ver las cosas desde ese punto de vista no había llegado<br />

todavía. La fobia de la sexualidad se veía patente en muchos detalles: primero de<br />

todo, estaban las disgresiones, que en el peor de los casos eran simples pretextos,<br />

de lo más groseros, para librarse de la obligación de fornicar, y en el mejor, la<br />

prueba de que la fornicación no era más que una simple ejemplificación parcial de<br />

una teoría general de la naturaleza. Ciertas perversiones eran de un modo evidente<br />

una forma de dar algún colorido a la actividad sexual propiamente dicha: por<br />

ejemplo, el marido de la señora de San Ángel se aburre a tal punto mientras su<br />

esposa le chupa el miembro, que para distraerse se hace cagar en la boca. La tesis<br />

de Dolmancé contra la procreación era también absurda desde el punto de vista de<br />

la sexualidad. Si se trata de fornicar la mayor cantidad de veces posibles con la<br />

mayor cantidad posible de sujetos, era evidente que si se calcula la cantidad de<br />

nuevas generaciones de sujetos que pueden ofrecérsele a un gran fornicador, la<br />

106

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!