06.05.2013 Views

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

Saer, Juan José – Nadie nada nunca - Lengua, Literatura y ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

quedado, durante una fracción de segundo, inmóvil, al verme llegar, y ahora<br />

comienza a sacudir otra vez la cola y la cabeza, contemplándome. Hay una calma<br />

inmensa: desde la playa, en la luz azul, plagada de mosquitos y de un estridor de<br />

cigarras, ya no llega, o casi, a esta hora, ninguna voz; los pocos ruidos, los gritos<br />

apagados, se demoran en el anochecer lento y sin viento, atenuados por un silencio<br />

que es más fuerte que todas las voces y que todos los ruidos. La mirada rebota,<br />

vuelve a fijarse, y vuelve a rebotar, en el espacio azul de febrero, el mes irreal que<br />

adviene para poner, como una cifra del tiempo entero, en el tapete, la evidencia.<br />

—¿Hasta dónde fuiste? —dice Elisa.<br />

—No muy lejos. Por la costa —digo yo.<br />

Elisa sacude la cabeza y se queda en silencio, pensativa.<br />

—Y me interné en el campo, un poco, a pie —digo. Elisa hace un gesto<br />

consistente en sacudir los hombros de un modo violento al mismo tiempo que la<br />

cabeza, apretar los dientes y aspirar de ese modo, produciendo una especie de<br />

chistido prolongado y húmedo: con esa actitud muestra su repugnancia y su terror.<br />

El campo, dice, y sobre todo de día, a la luz del sol, le produce pánico. Siempre<br />

tiene la impresión de que entre los yuyos se oculta algo, algo que no espera otra<br />

cosa que la llegada de algún caminante para ponerse en evidencia.<br />

—¿Algo? —digo yo—. ¿Cómo algo? ¿Algo que qué? Algo, sí, dice Elisa: algo<br />

que se aparezca, súbito, algo vivo, o muerto, entre los yuyos, o a la distancia, en la<br />

luz del sol; y sobre todo, algo en estado de descomposición; eso abunda en el<br />

campo, ¿no?, dice Elisa. En el campo, entre los yuyos, muchas cosas, ¿eh?, ¿no?,<br />

víboras incluso, huesos, alimañas de todas clases y, sobre todo, ¿no?, sobre todo,<br />

carroñas, cuerpos en descomposición, de los que sube, de golpe, un rumor. Como<br />

si algo, no sé, dice, algo hubiese subido a la superficie desde las profundidades de la<br />

tierra.<br />

Mi sonrisa incrédula la hace encogerse de hombros, y haciendo silencio, toma<br />

un trago largo de vino blanco. Se queda mirando el vacío, con los ojos muy<br />

abiertos, el labio superior oculto por el inferior, que se abulta sobresaliendo un<br />

poco y mostrando su reborde interior de un rojo profundo. Un mosquito se asienta<br />

sobre su frente, alza vuelo y se vuelve a asentar en su mejilla, inmovilizándose en<br />

ella. Transcurre una fracción de segundo; de repente, la mano libre de Elisa, que<br />

reposa sobre el apoyabrazos de la perezosa se eleva, abierta, y golpea, con la<br />

palma, la mejilla. Demasiado tarde: el mosquito, no se sabe cómo, ni cuándo, ha<br />

levantado vuelo otra vez, una fracción de segundo antes de que la mano llegue a la<br />

mejilla, desapareciendo. La mano de Elisa vuelve a bajar. Todas las cosas son ya<br />

negras, recortadas, de un modo nítido, contra el aire azul oscuro, uniforme, en el<br />

que <strong>nada</strong> destella ni se mueve, a no ser la forma amarillenta de la que emana un<br />

resplandor opaco, como de herrumbre, y de la que se adivinan, entre los<br />

movimientos esporádicos, cautelosos, los ojos húmedos, casi lilas, que se fijan una<br />

y otra vez en el punto de la galería en el que estoy parado, vuelto hacia Elisa. Tomo<br />

un trago de vino: el líquido helado, ácido, de un amarillo verdoso, va<br />

50

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!