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-Como habréis visto-les manifestó en tono seco-, estamos preparados para
una lucha bajo el agua.
-¿Qué entiendes por estar preparado?-interrogó Monk con la lengua
trapajosa.
-Me refiero a las lanzas eléctricas-replicó Ull, riendo-. Ya hace largo tiempo
que las llevamos a bordo. No hubiera, sido extraño que se nos hubiera
preparado una trampa bajo el agua o se hubieran mandado buzos a
investigar su fondo. Por ello inventé las lanzas que son las armas de más
eficacia que supe hallar.
Monk no dijo nada y trató de no pensar en Doc Savage y en lo que acababa
de ocurrirle. Su pensamiento errante tropezó con una idea que le interesaba
y respondiendo a ella, preguntó a Ull:
-¿Y los electroimanes? ¿Cómo es que este... submarino está, dotado de
electroimanes?
-¡Ah! ¡Nos han sido de gran utilidad!-exclamó riendo Ull.
-¿Para qué?
Ull volvió a reírse. Si expresaba su rostro la placidez y la inocencia, no se
podía decir de su voz, que era muy fea, aun en el bajo diapasón empleado
comúnmente También transpiraba un orgullo satánico la calma de que se
revestía.
-Esos electroimanes-explicó a Monk-, son los que nos han puesto en
contacto con vosotros en el agua negra. Nuestra fortuna, ha sido inmensa,
pues hemos tenido el buen cuidado, al buscaros, de no quitar la corriente de
los electroimanes y así, aun antes de daros cuenta, nos hallamos unidos a
vosotros. Fueron los electroimanes los que nos reunieron, ¡Ah, son muy
potentes!
-Pero no los llevará el submarino para eso-replicó Monk-. Me parece que no
operan más allá de una distancia de dos pies. ¿De qué os sirven?
Ull le miró con fijeza.
-Antes de que transcurra mucho tiempo dejará de preocuparte la ideacontestó:
-¡Ya!-gruñó Monk; luego, procurando siempre apartar la imaginación de la
suerte sufrida por Doc, dirigió a Ull otra pregunta- : ¿Y Pat? ¿Está bien?
-Todavía vive. No me atrevo a asegurar que esté bien; su situación no
puede ser peor y lo mismo diré de Lorna Zane. Pero ambas respiran. Más
tarde recibirán la muerte.., al propio tiempo, que tú la tuya... si te niegas a
decirnos lo que deseo saber, ¿Sabe o no, la Policía, el camino que seguimos
para entrar en la bahía de Nueva York?
Como la última frase parecía inspirada por una segunda idea de Ull, no le
hizo Monk el honor de darle una respuesta. Que iba a ser torturado era
evidente. Y como que hablara o que no hablara no impediría el que muriese,
optó por callar.
Lo que hizo fue tratar de aclarar otro punto oscuro.
-¿Se halla detrás de todo esto Burgess Gardner?-interrogó.
Ull titubeó; situó entre los dientes la punta de una lengua rosada mientras
reflexionaba y luego irrumpió en una estrepitosa carcajada.
-Vamos: deseas saber si es el verdadero jefe de la banda, ¿no es eso?-dijo
sonriendo.
-¡Justamente!-gruñó Monk,
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