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-¿Qué te ha sucedido?-le interrogó presuroso Ham.<br />

-No sé-murmuró el hombre, palpándose la cabeza.<br />

-¿Quién te ha atacado?-tornó a decir Ham.<br />

-Un hombre vestido con un traje fulgurante-fue la contestación-. Apenas le<br />

hube visto, cuando ¡Zas! me golpeó con la culata de un revólver.<br />

La habitación donde se hallaban era una pieza de hormigón situada más<br />

bajo que el nivel de la calle, verdadero infierno donde hervían las calderas<br />

generadoras del vapor destinado a la calefacción de los radiadores y del agua<br />

caliente para los lavados.<br />

Movido por una súbita inspiración-Ham era hombre despierto, a pesar de<br />

las burlas con que le zahería Monk-Ham se aproximó a una de las calderas y<br />

escudriñó su interior con la mirada.<br />

De pronto se estremeció violentamente e hizo ademán de introducir el<br />

estoque en la caldera, pero cambió de idea y se valió de una barra que<br />

encontró por allí. Con ella extrajo de la caldera una masa arrugada, los<br />

restos de una tela metálica.<br />

-Este es el traje que llevaba el asesino-decidió.<br />

-En este caso, se halla en el interior del rascacielos-dijo el químico-. Lo ha<br />

quemado porque vigila todas las puertas la Policía y no deja salir a nadie a la<br />

calle.<br />

Ninguno de los presentes reparó en un individuo que estaba de pie detrás<br />

de ellos, junto a al puerta. Era este individuo un ser flaco y huesudo, con la<br />

cara tiznada por manchas de grasa y de polvo.<br />

Vestía el traje verde que caracterizaba a los conserjes del rascacielos y<br />

precisamente porque era uno de ellos nadie le prestaba atención. Pero la<br />

merecía.<br />

Sus facciones no le traicionaban; sin embargo, cogía el vuelo hasta la<br />

menor palabra de cuando se estaba hablando. Su cara de imbécil, su corta<br />

barbilla redonda y menudos rasgos eran de un color enfermizo, grisáceo.<br />

La pelada cabeza se asemejaba a una vieja bola de billar manoseada por los<br />

sucios dedos de los jugadores. En la muñeca derecha lucía un lujoso reloj de<br />

pulsera.<br />

El hombre miró por encima del hombro en un momento, <strong>com</strong>o si estuviera<br />

deseando salir de la habitación. Y, en efecto, a poco salió al corredor, pero<br />

muy despacito para no despertar sospechas.<br />

Como encontrara al paso un aparato telefónico, marcó un número en el<br />

disco. Una voz ronca, susurrante, fingida sin duda alguna, le contestó.<br />

-Esto no marcha-anunció el conserje del traje verde.<br />

-Pues, ¿qué sucede, Bugs?-le preguntó la voz susurrante.<br />

-Por aquí andan dos de los ayudantes de Savage-repuso el llamado Bugs<br />

con el pálido rostro redondo pegado al auricular.<br />

La voz susurrante profirió un juramento.<br />

-Lo he leído en la última edición de la tarde-dijo-. ¿Cómo demonios se<br />

hallan envueltos en el caso?<br />

-Uno de ellos, llamado Monk, posee un laboratorio en la cúpula del<br />

rascacielos-le notificó Bugs.<br />

Su explicación provocó nuevos juramentos de la voz susurrante.<br />

-De haber sabido eso, hubiéramos empleado otros métodos para<br />

desembarazarnos de Winthrop- observó a continuación-. Tal y <strong>com</strong>o van las<br />

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