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Los motores gimieron al contacto de su mano sobre una llave, gimieron y se<br />

pusieron en movimiento. De pronto se oyó un chasquido. Era que se<br />

interrumpía la corriente gracias a la cual funcionaban los motores.<br />

Doc pasó revista minuciosa a la maquinaria y probó, varias veces, los<br />

mando. Mas todo fue en vano. Se hallaban detenidos.<br />

Y al propio tiempo se produjo un ruido junto a las escotillas, por el exterior,<br />

<strong>com</strong>o si Los Cráneos Plateados intentaran penetrar a la fuerza en el<br />

«Helldiver».<br />

Doc tornó a la cámara que precedía a la escotilla de escape seguido de sus<br />

cuatro <strong>com</strong>pañeros. Los cuatro tenían el rostro sombrío y apenas cruzaban<br />

palabra. Una vez en la cámara cerraron la puerta interior, luego Doc movió<br />

la palanca que abría la escotilla.<br />

Apenas estuvo abierta unas pulgadas, se lanzó sobre la palanca y la volvió<br />

a mover, una varilla negra que asomaba por la abertura era lo que le movió a<br />

hacer aquella maniobra. El extremo de la varilla en cuestión iba protegido<br />

por el reluciente fragmento de cobre de un electrodo.<br />

-¡Vaya! ¡He ahí otra de sus lanzas eléctricas! -fue el <strong>com</strong>entario con que<br />

Monk acogió la aparición.<br />

-¡Apartaos de ella! -les re<strong>com</strong>endó Doc.<br />

La lanza había quedado presa en el hueco de la puerta, que era de acero, y<br />

al cabo Doc consiguió cerrarla del todo, para lo cual tuvo que partir la lanza<br />

con el resultado de una explosión de llamas azuladas.<br />

El «Helldiver» tenía dos escotillas de escape a fin de que los buzos pudieran<br />

ir y venir sin esfuerzo desde el interior del sumergible al mar y desde éste al<br />

sumergible. La segunda escotilla era más pequeña que la primera y estaba<br />

en la proa.<br />

-Probémosla-propuso Doc a sus <strong>com</strong>pañeros.<br />

El agua les llegaba hasta la rodilla y por ello al abrir la puerta interior esta<br />

agua se desparramó, con su entrada, en el interior del buque. Pero las<br />

bombas instaladas a bordo se encargarían, cuando hubiera tiempo, de<br />

desalojarla.<br />

Además, no pudieron llegar a la segunda escotilla ni mucho menos salir<br />

por ella al exterior para entablar un <strong>com</strong>bate cuerpo a cuerpo.<br />

Justamente se hallaban de frente a la torrecilla cuando sonó un estrépito<br />

formidable y del cuarto de máquinas saltó una sábana líquida.<br />

El agua salía por la puerta del cuarto <strong>com</strong>o por la boca de una espita<br />

abierta, inesperadamente.<br />

Aquel chorro singular derribó por tierra a Doc Savage a pesar de su<br />

resistencia y le arrastró pasillo abajo. Allí le hizo chocar con un soporte de<br />

acero y de no haber sido tan fuerte se le hubiera roto, en el sitio, el casco<br />

transparente que llevaba en la cabeza.<br />

Desprovisto de sus energías, Monk y los otros tres hombres recibieron un<br />

trato todavía más rudo, Mac Coy lanzó un aullido de dolor en el momento de<br />

chocar con uno de los motores; y también había en su voz un terror<br />

indescriptible. Pace lanzó un sonoro juramento.<br />

En cuanto a Monk y Ham soportaron la arremetida con resignado silencio.<br />

De no haber llevado puestos los trajes de buzo, los cinco hubieran dejado<br />

allí la vida. Dada la ocasión, sin embargo, fueron lanzados de aquí para allá<br />

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