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probando en el Japón-le explicó el hombre de bronce-. Era un sumergible<br />
parecidísimo al que nos sigue ahora y no es improbable que éste sea una<br />
copia de aquél.<br />
Sólo unas yardas separaban al pequeño sumergible del «Helldiver»; por ello<br />
sus ocupantes repararon en la torrecilla que tenía delante y en la redonda<br />
puertecilla de cristal que ostentaba.<br />
Pace exclamó, a voces:<br />
-¡Me agradaría saber lo que piensa hacer!<br />
Sin variar de expresión, replicó Doc:<br />
-Desde luego nada bueno, se lo aseguro.<br />
Pace se humedeció los labios y a continuación se miró las manos y extendió<br />
los brazos para verlos mejor. Aquellas manos no temblaban. El hecho le<br />
llenó de sorpresa, al parecer.<br />
-¡Viva!-exclamó<br />
Hugo Mac Coy le lanzó una mirada fulminante, y dijo, entre dientes:<br />
-¡No hallo motivos para tanto entusiasmo, la verdad!<br />
Su rostro exquisitamente bello estaba cubierto de sudor.<br />
Pace le dirigió una franca, sonrisa.<br />
-Caballeros-manifestó al grupo allí reunido:- Comienzo a creer que mi<br />
asociación con ustedes me ha librado de algo que pesaba sobre mí, que ha<br />
pesado sobre mí durante toda mi existencia. Me refiero a mi cobardía<br />
habitual. Por regla general, me acobardan todos los acontecimientos<br />
desusados, me asustan de tal modo que no sirvo para nada. Pero ahora me<br />
siento lleno de valor, sería capaz de cualquier cosa. ¡De cualquier cosa!<br />
Mac Coy gimió:<br />
-¿Qué podemos hacer? ¿Por qué no nos elevamos hasta la superficie?<br />
¿Cómo vamos a <strong>com</strong>petir con esa gente?<br />
-¿Ve esa escotilla abierta, en el costado del submarino?-le preguntó Savage.<br />
¡Sssííí!-tartamudeó Mac Coy,<br />
-¡Pues detrás de ella se encuentra, sin duda, el cañón de tres pulgadas! -le<br />
aseguró Doc:-sólo que no pueden dispararlo bajo el agua. Aguarde... a ver si<br />
con esto hacemos algo.<br />
Extendió el brazo y tocó una palanca de cobre. La pantalla situada a su<br />
espalda se tornó súbitamente negra. Aquella negrura procedía del exterior,<br />
una nube del color de la tinta se derramaba de les receptáculos situados<br />
bajo la «piel» del «Helldiver»,<br />
-¡Caramba! ¡El ardid es nuevo para mí! -dijo Monk, estupefacto,<br />
-¿Recuerdas aquella ocasión en que navegamos bajo los hielos polares?interrogó<br />
al químico.<br />
-¿Que si lo recuerdo? ¡Pues ya lo creo!<br />
-Pues en aquella ocasión llenamos los tanques situados bajo la «piel» del<br />
submarino de un ingrediente inventado por ti, para la ocasión, que estaba<br />
destinado a fundir el hielo. De esta manera confiábamos en poder librarnos<br />
de un aprisionamiento en el caso de que el hielo nos bloquease.<br />
Monk aprobó con un ademán.<br />
-Sí, sí; eso es-exclamó.<br />
-Bueno, pues ahora acabo de abrir esos tanques, llenos de una solución<br />
química que he inventado y que se convierten en sal negra marina. El<br />
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