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Ambos recorrieron con la mirada los negros epígrafes y la historia que<br />
aparecía debajo. El relato les pareció, después de leído, de un efectismo<br />
infantil. He aquí lo que decía:<br />
“ATACAN DE NUEVO LOS CRÁNEOS PLATEADOS. HOMBRES<br />
MISTERIOSOS SE APODERAN DE UN COCHE BLINDADO”<br />
“Tras de apoderarse de un cuarto de millón, se desvanecen <strong>com</strong>o de<br />
costumbre.”<br />
“¡El terror vestido de plata vuelve a apoderarse de Nueva York! A las tres en<br />
punto de la tarde de hoy, esos hombres espantables, surgidos<br />
misteriosamente, han hecho fuego y derribado a los conductores y guardia<br />
defensora de un auto blindado que recorría las calles de Manhattan y han<br />
sustraído de él doscientos cincuenta mil dólares contantes y sonantes.<br />
“Varían los cálculos hechos con relación al número de los ladrones.<br />
Algunos espectadores aseguran que eran veinte; otros dicen que eran solo<br />
cinco o seis. Lo cierto es que escaparon en un coche veloz y burlaron a al<br />
Policía al llegar a la orilla del muelle del “East River”<br />
“Los hombres vestían unos monos plateados y capuchas igualmente<br />
argentadas les cubrían la cabeza dándoles un asombroso parecido con una<br />
calavera. Esta descripción les identifica con la banda que ha <strong>com</strong>etido otros<br />
atracos y asesinatos y a la cual conoce la Policía bajo el apelativo de la<br />
banda de Los Cráneos Plateados.<br />
“El último crimen <strong>com</strong>etido por ella ha sido el hundimiento, realizado con<br />
singular sangre fría, del trasatlántico”Avallanti” orgullo de la Compañía<br />
transatlántica, en la bahía de la ciudad.<br />
“Bedford Burgess Gardner, presidente de la Compañía citada, no ha sabido<br />
explicarnos la razón de semejante hundimiento.”<br />
-¡Hum! ¡Cuánta fantasía hay en eso!-<strong>com</strong>entó Monk.<br />
-Como siempre, los periodistas se despepitan por darnos noticias<br />
sensacionales-dijo a su vez Ham, adhiriéndose a la opinión del químico,<br />
porque el pasado interrogatorio le tenía de mal humor.<br />
-¡Los Cráneos Plateados! ¡Qué disparate, Santo Dios!<br />
-Sí, el hecho es demasiado melodramático para ser creído -agregó Monk-.<br />
Yo dudo que exista una banda llamada así. ¡Estos periodistas!<br />
Ni uno ni otro se habían molestado en dialogar en voz baja, por lo cual les<br />
oyeron los empleados de la Compañía naviera que se hallaban agrupados en<br />
un ángulo de la sala. Entre ellos figuraba Clarence Sparks. La sola mención<br />
de la banda le dejó helado visiblemente y a continuación pareció indeciso.<br />
Titubeó un instante y después llamó en su auxilio a todo su valor.<br />
Todavía no había confiado a nadie lo escuchado desde la parte de afuera<br />
del despacho de Paine Winthrop, mas la incredulidad aparente de Monk le<br />
movió a hablar. Avanzó de costado hasta situarse junto al químico y le dijo,<br />
balbuceando.<br />
-Caballero, se equivoca usted...<br />
Monk miró de soslayo al inclinado semblante y el cuerpo débil de Sparks.<br />
-¿Sabe usted algo?-preguntó.<br />
Clarence se humedeció los labios con un movimiento nervioso de la lengua,<br />
antes de insinuar, tartamudeando.<br />
-Supongo que... que... no me causará un perjuicio...<br />
Monk y Ham sintieron un profundo interés.<br />
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