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Después volvió a salir a la calle y miró en todas direcciones. Continuaba<br />
tan desierta <strong>com</strong>o antes.<br />
-!Uf!-exclamó-. No podía dejar ahí a ese tunante para que le viera Doc y<br />
entrara en sospechas.<br />
Recogió del suelo un mono de plata que tenía oculto detrás de la puerta, y<br />
se lo puso. Luego se volvió para mirar al mendigo.<br />
Apenas hubo dado media vuelta se le desorbitaren los ojos y se le abrió una<br />
boca de a palmo porque el mendigo acababa, de sufrir una transformación<br />
pasmosa.<br />
Habíase convertido en un gigante de cuerpo erguido y musculoso.<br />
El Cráneo Plateado le asestó, frenético, un directo al azar. Los nudillos le<br />
resbalaron sobre el “maquillage” color de púrpura, que el mendigo llevaba en<br />
la cara y la grasa coloreada se corrió, descubriendo la bronceada tez que<br />
había debajo.<br />
-¡Doc Savage...!-El Cráneo Plateado no dijo más. Un puño metálico fue a<br />
chocar con su mentón y lo dejó fuera de <strong>com</strong>bate<br />
Doc le dejó desplomarse, cuidando, sin embargo, de que no hiciera más<br />
ruido del imprescindible. No le había pegado muy fuerte, de modo que sólo<br />
estaría unos minutos privado de sentido.<br />
Así, en caso necesario, podría, someterle a un interrogatorio minucioso.<br />
Aplicó el oído. Luego corrió a esconderse en el punto más oscuro del portal.<br />
Habían oído el rumor de la lucha. Se lo decía el sonido de pasos que se<br />
aproximaban.<br />
Se abrió con violencia, una puerta en la parte baja del pasillo y aparecieron<br />
en él fantásticas siluetas plateadas. En las manos traían lámparas<br />
encendidas cuyos rayos llenaron de luz radiante el portal. Aquella luz le<br />
descubrió.<br />
Vestido todavía con el andrajoso traje de música ambulante, el gigante de<br />
bronce tenía un aspecto singular.<br />
La curiosidad inmovilizó a Los Cráneos Plateados el tiempo suficiente para<br />
que Doc actuase. Ya, anteriormente, había echado mano del objeto que<br />
pretendía emplear para su defensa.<br />
Lo empuñaba su diestra. De pronto lo arrojó al suelo, ante los pies del<br />
primer enmascarado.<br />
Sonó una explosión. ¡El suelo se astilló! El Cráneo Plateado cayó de<br />
espaldas, rodó sobre sí mismo; al cabo logró ponerse en pie, con dificultad.<br />
Sus <strong>com</strong>pañeros retrocedieron en desorden, y con la prisa se olvidaron de<br />
que iban armados.<br />
Luego, mientras Doc levantaba el brazo con idea de lanzar sobre el grupo<br />
otra granada explosiva, se dirigieron a la puerta más próxima, franquearon<br />
sus umbrales y cargaron todo su peso reunido sobre la puerta para impedir<br />
que él la abriera.<br />
Doc, trató de impedir que la cerrasen.<br />
Excepto el suelo, que desde luego no era muy adecuado que digamos, no<br />
había asidero para los pies de Doc.<br />
Así le obligaron a retroceder; se cerró la puerta y rechinó la llave en la<br />
cerradura.<br />
Poco después las descargas de una ametralladora <strong>com</strong>enzaron a abrir<br />
círculos en el paño de la puerta.<br />
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