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y el radiador del «Roadster» se hallaban defendidos por una coraza<br />
protectora de metal.<br />
EL objeto que tenían delante era el coche azul, vacío en aquel momento.<br />
Valiéndose de la lámpara de bolsillo, Doc localizó huellas de pasos sobre el<br />
sendero. Al parecer, Los Cráneos Plateados habían desandado a pie el<br />
camino hecho en el Sedán.<br />
Siguiendo su rastro sin distraerse un segundo, Doc avanzó hasta ir a parar<br />
a la carretera, y bajando por ella-allí las huellas se marcaban bien en el<br />
suelo húmedo llegó a una farmacia delante de la cual había una parada de<br />
coches.<br />
Por vía de precaución, Los Cráneos Plateados habían reemplazado el lujoso<br />
Sedán, demasiado ostentoso, por un taxi de alquiler.<br />
Doc interrogó al farmacéutico, quien describió al conductor del taxi <strong>com</strong>o<br />
de edad avanzada y que se distinguía por sus grandes y caídos bigotes<br />
blancos.<br />
El farmacéutico no había reparado en los hombres que alquilaran el taxi,<br />
pero les había oído partir poco antes.<br />
Treinta minutos después detuvo Doc el «Roadster» ante un lujoso edificio<br />
moderno, situado en la parte más conspicua de la “Park Avenue”. Dos<br />
porteros, embutidos en sendas llamativas libras, guardaban la puerta.<br />
-Y ahora, ¿qué?-interrogó Lorna, dirigiendo una mirada de curiosidad al<br />
edificio aquel.<br />
-Pues ahora-le <strong>com</strong>unicó el hombre de bronce-, voy a dejarla ahí dentro.<br />
La secretaria se mordió los labios con los blancos dientes.<br />
-¡Protesto!-exclamó vivamente.<br />
-Su vida está en peligro-le recordó Doc Savage-. Aquí estará segura.<br />
-Y ¿qué haré yo? Sí, ¿qué haré yo entre tanto?-deseó saber Pace.<br />
-Usted quédese en el coche-le contestó Doc.<br />
El hombre de bronce escoltó a Lorna hasta el edificio. Y una vez en el<br />
vestíbulo recibieran innumeras atenciones de los porteros, quienes se<br />
apresuraron a a<strong>com</strong>pañar a ambos al interior de la casa.<br />
Al vestíbulo sucedía una sala de espera, <strong>com</strong>binación refinada de níquel,<br />
esmaltes y alfombras de delicioso matiz.<br />
Una muchacha esbelta y exquisitamente formada les ofreció asiento. Era<br />
rubia. Otra, igualmente bella, de rojos cabellos, les trajo una bandeja llena<br />
de bebidas heladas.<br />
A continuación salió a recibirles una bella dama de negras trenzas y les<br />
ofreció diversas revistas.<br />
-¡Caramba!-exclamó Lorna-. ¿Qué significa todo esto?<br />
Doc no replicó. Miraba a una joven que se les aproximaba. Las doncellas<br />
que le habían servida hasta entonces eran nobles por su belleza, mas<br />
quedaron eclipsadas por la recién llegada.<br />
Esta Venus seductora tenia los cabellos bronceados, similares en matiz y<br />
calidad a los de Doc Savage.<br />
-¡Hola, Pat!-fue el saludo que él le dirigió-. Te presento a Lorna Zane. Esta<br />
es Patricia Savage, mi prima, señorita Zane.<br />
Patricia cambió un apretón de manos con la secretaria de Winthrop y dijo a<br />
su primo en tono festivo:<br />
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