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ametralladora. Al tenerla en la mano hizo fuego con ella sobre sus asaltantes<br />
y en el pasillo alguien lanzó un grito de dolor.<br />
-Los bandidos llevan también cotas de malla-anunció a Doc, cuando estuvo<br />
a su lado-, y por ello hay que apuntarles a las piernas o a la cabeza. Yo le he<br />
dado a uno en la pantorrilla.<br />
El clamor de la ametralladora apresada produjo un efecto notable, al<br />
parecer, porque instantáneamente cesó el tiroteo en el pasillo. Sonó ruido de<br />
pasos que se fue debilitando, poco a poco. Monk salió prontamente del<br />
cuarto, sosteniendo a la altura de su pecho el improvisado escudo.<br />
-Me parece que se dirigen a la parte posterior de la casa-exclamó.<br />
Doc y Ham le siguieron. Todavía oyeron correr a Los Cráneos Plateados,<br />
hasta que inesperadamente reinó profundo silencio en la casa.<br />
En el suelo había un reguero de sangre, de la sangre derramada por el<br />
hombre herido en la pantorrilla. Doc siguió aquel reguero, mas no por<br />
mucho tiempo, pues terminaba de un modo que indicaba haber sido<br />
enjugado, quizá, con un pañuelo del propio herido.<br />
-Me parece que no han abandonado la casa y que vamos a encontrarlesdijo<br />
Monk.<br />
-Vigilad las puertas-re<strong>com</strong>endó Doc.<br />
Monk corrió a la entrada y casi al momento hubo al lado de ella violento<br />
forcejeo. Este forcejeo cesó muy pronto.<br />
¡Doc, ya tengo uno!-gritó Monk-. Lo acabo de atrapar al salir.<br />
Doc corrió al punto indicado y halló en él al simiesco químico que tenia en<br />
jaque, con la ametralladora a un asustado joven.<br />
¡El joven era “Rapid” Pace!<br />
-Oímos ruido de lucha y decidimos intervenir-explicó, balbuceando.<br />
-¿Dónde está Mac Coy?-le preguntó Doc Savage.<br />
-Ha dado la vuelta al edificio. Eso es, al edificio.<br />
-¿Ha visto salir corriendo a alguien del club?<br />
-No, no, señor.<br />
Doc examinó un momento a Pace. Se necesitaba un valor poco <strong>com</strong>ún para<br />
penetrar, así en el club. Aquel individuo era un enigma; en ocasiones daba<br />
muestras de fibra, en otras parecía de lo más asustadizo.<br />
Apareciendo por la puerta trasera del edificio, Hugo Mac Coy puso fin a sus<br />
reflexiones. Nadie, aseguró con énfasis a Doc, había corrido calle abajo,<br />
procedente de aquella puerta.<br />
-Sin embargo, por algún lado han debido marcharse los bandidos-observó<br />
Monk.<br />
Había recobrado ya la voz infantil que le era peculiar y que formaba<br />
chocante contraste con su esforzada manera de entrar en acción.<br />
Justamente entonces le agradaba hacer muchísimo ruido.<br />
-Pues en caso necesario recorreremos la casa entera hasta, descubrir<br />
dónde se han metido-replicó Doc-. Monk, Ham, ¿les habéis oído decir algo<br />
que pueda descubrirnos a la persona que les dirige?<br />
-Lo hace, en realidad, alguien que se mantiene al margen del caso y que ni<br />
siquiera, se mezcla con la banda. Como que ni siquiera le conocen muchos<br />
de los miembros que la integran. Por ello ni sabemos su nombre ni hemos<br />
oído nada que pueda, revelarnos su identidad-fue la malhumorada<br />
respuesta de Ham.<br />
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