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-¿Sabe lo que contiene la caja de caudales del segundo piso?
-Es mi obligación, ya que únicamente yo conozco la combinación que la
abre.
Doc la invitó con un gesto.
-En ese caso haga el favor de acompañarme arriba.
Mientras entraban en el gran edificio de ladrillos, Lorna Zane dijo, llena de
cólera:
-¡No comprendo lo que ocurre! ¿Por que razón se habrá intentado
asesinarme?
-¿Cuál es su posición en la casa?-inquirió Doc.
-Aunque soy solamente la secretaria del señor Winthrop, dirijo, en realidad,
los astilleros-replicó ella.
-Entonces ahí tiene una explicación de lo sucedido.
La muchacha le dirigió una mirada furtiva. Una luz singular brilló en sus
ojos seductores.
-No comprendo.
Pero Doc se hizo el desentendido y pronto llegaron a la gran habitación,
donde había volado la cerradura de la caja de caudales.
-Vea, qué es lo que falta-dijo a Lorna el hombre de bronce, indicándole la
caja.
Lorna dio principio al registro, recogiendo paquetes para dejarlos caer
enseguida inspeccionando cartas. No le llevó mucho tiempo el inventario.
-Sólo falta una caja-dijo al fin.
-¿Qué es?-preguntó Doc.
-Un rollo sellado, unas impresiones que el señor Winthrop me confió hará
unos cuatro meses para que las guardase en la caja de caudales-replicó la
muchacha.
-¿De qué o de quién eran esas impresiones?-tornó a interrogar Doc.
La muchacha titubeó un instante.
-Hay algo anormal en todo esto-respondió-. Se me dio la orden terminante
de no desliar el rollo, y como además estaba sellado, no me hubiera sido fácil
desobedecer la orden sin que se conociera. Por consiguiente, no tengo ni la
menor idea de lo que contiene.
Doc meneó la cabeza.
-Pues tienen mucha importancia esas impresiones, a lo que pareceobservó.
Lorna, se mordió los labios, desconcertada.
-Lo que sí me choca es lo sucedido durante la primavera-dijo-. En esa
época el señor Winthrop nos concedió a los empleados unas vacaciones de
cinco meses, durante las cuales percibimos íntegros nuestros sueldos
respectivos. El hecho es singular, porque jamás nos había concedido
vacaciones con sueldo hasta entonces. Solamente hace cuatro meses que he
regresado.
-Y ¿no ha notado nada de extraordinario en las oficinas?
-No. En los astilleros me parece que se ha trabajado mucho durante mi
ausencia. Mas a mi regreso, ya no se hallaba aquí el objeto construido ni
quedaba tampoco ninguno de sus constructores.
-Vamos-le propuso Doc-, y continuaremos hablando por el camino.
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