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se excita y comienza a comprar. La demanda mantiene este precio tan
elevado o lo eleva más, posiblemente. Resultado de todo ello será, cuando
haya vendido todas las acciones del lote, que he ganado mil o dos mil
dólares.
-¡Hum!-gruñó Monk, pensativo.
-Hallo entonces otra Compañía, la obligo a fusionarse conmigo
revalorizando nuestro capital, pongo a la venta un nuevo lote de acciones a
la primera ocasión y comienzo de nuevo la operación.
Ham se recostó en el respaldo de su asiento-. Esto es lo fundamentalmente
hecho por Gardner. Claro que sus operaciones han sido algo más
complicadas, pero de ellas ha sacado en limpio y en sólo un año cien
millones de dólares.
Pace volvió rápidamente la cabeza, dirigió a Mac Coy una mirada
fulminante y saltó:
-Usted ha trabajado por cuenta de Gardner. ¿Ignora lo que acabamos de
oír?
Mac Coy le devolvió la mirada, su rostro perfecto asumió un matiz
escarlata.
-He trabajado por cuenta, del señor Gardner-explicó-, sólo en un caso: el de
la fusión de su Compañía con la del señor Winthrop y, desde luego, ignoraba
hasta este momento que las cosas fueran como dicen ustedes.
-¿Quiere decir que es tan bobo-replicó Pace-, que ignora que está
trabajando en pro de uno de los pillos más redomados que existen en el
mundo?
-¡Gardner es muy astuto, muy astuto¡ ¿Cómo se atreve usted a insinuar...?
-Silencio, u os haré callar a los dos -les advirtió Monk, con una voz de
trueno que parecía ajena a él.
Doc, detuvo él coche ante un enorme edificio de acero y de ladrillo.
Por su volumen se diferenciaba muy poco de los almacenes que se
alineaban a lo largo del muelle. Un gran letrero colocado en la fachada decía:
HIDALGO Y COMPAÑIA
El edificio era, en realidad, la casilla de botes y hangar de Doc Savage.
Quizá los trabajadores del muelle se preguntaran en más de una ocasión
por qué estaba abandonado, mas era dudoso que conocieran su verdadera
filiación.
Doc oprimió un botón del tablero de instrumentos. La presión encendió un
faro proyector de rayos ultravioleta que llevaba delante del Sedán y, a su vez,
el haz luminoso actuó sobre una célula fotoeléctrica, que hizo abrirse la
puerta del hangar disimulado en la casa.
Doc penetró con el coche en el interior del enorme edificio y la puerta, se
cerró automáticamente detrás de ellos.
Pace y Mac Coy contemplaron, con asombro, la extensa serie de aeroplanos
que allí había, desde un diminuto giro hasta un gran trimotor.
-Daos prisa.-les recomendó Doc.
ÉL pasó por delante de los aeroplanos, abrió una puerta que daba a otro
departamento y encendió las luces. Si los aeroplanos habían dejado
boquiabiertos a Mac Coy y Pace, todavía les sorprendió más lo que vieron
entonces.
-!Un submarino!-exclamó Mac Coy.
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