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EL corredor estaba ahora vacío. Los enmascarados habían vuelto a su<br />
departamento. Entonces, salió de su escondite.<br />
Casi al instante se tiró dentro del nicho porque se había abierto otra vez la<br />
puerta y por ella habíase arrojado un objeto poco más pequeño que una<br />
pelota de “baseball”.<br />
No cabía dudar que el ser que la había arrojado intentaba detener con ella<br />
a Doc. Pero, <strong>com</strong>o para lanzarla había usado de más energía de la precisa, la<br />
pelota pasó por delante de Doc y estalló, de pronto.<br />
La explosión estuvo a punto de destrozarle los tímpanos y levantó en torno<br />
suyo, nubes de polvo de yeso. EL edificio entero tembló.<br />
El techo del corredor se astilló, se deshizo, se vino abajo con estrépito<br />
atronador. El suelo se hundió en parte.<br />
Protegido <strong>com</strong>o estaba por el nicho, Doc resultó ileso aunque envuelto por<br />
la nube de humo, yeso y astillas. La granada era muy potente.<br />
Justamente delante de él había desaparecido el suelo del corredor, había<br />
caído al del piso inferior. En cuanto al cuerpo de Bugs, desapareció. La<br />
explosión le había arrojado, sin duda, lejos de allí.<br />
Cuando se apagó el fragor de la explosión tornó a abrirse la puerta situada<br />
al extremo, del pasillo.<br />
-¿Qué? ¿Le habéis dado?-preguntó la voz de Ull con acento chillón. Ull no<br />
era el individuo que miraba el corredor.<br />
-Me parece que ya está listo-replicó otra voz-. ¡El pasillo está todo<br />
destrozado!<br />
En este punto se dejó oír un fuerte grito doloroso.<br />
-¿Qué es eso?-interrogó Ull.<br />
-Es Bugs-le replicaron-, que ha sido herido por la explosión.<br />
-Yo me cuidaré de él-dijo Ull.<br />
Poco después sonó un disparo y ya no volvieron a oírse los lamentos.<br />
-Bueno, ya, está curado-dijo Ull.<br />
-¿Qué hacemos ahora?-le preguntó el segundo bandido.<br />
-Bajad, bajad todos, por la escalera de incendios-dispuso Ull-. De un<br />
momento a otro puede llegar la policía.<br />
Doc Savage dio a Ull y a sus siniestros camaradas tiempo de escapar, pues<br />
no deseaba que volvieran a arrojarle más granadas, y cuando lo creyó<br />
conveniente, salió del nicho.<br />
En el piso de abajo chillaban mujeres, los niños lloraban. Sin embargo, no<br />
parecía que la bomba les hubiera tocado.<br />
Bugs se había transformado en un montón de trapos. No le había<br />
destrozado gran cosa la granada, mas el agujero de una bala le atravesaba el<br />
cráneo de parte a parte, justamente a la altura de los oídos.<br />
Ull había calculado bien el tiro. Con repugnante frialdad se había deshecho<br />
del <strong>com</strong>pañero para que no hablara, y también era evidente que no había<br />
querido que el herido le dificultase la fuga.<br />
De un empujón abrió Doc la puerta través de la cual se le había arrojado el<br />
proyectil y, apenas hubo penetrado por el hueco abierto, se paró, de pronto.<br />
Sus pupilas doradas se posaron en un gran sillón de cuero que ocupaba el<br />
centro de la pieza.<br />
En ella vió sentado a un hombre, pero no a un hombre vivo, pues su<br />
cuerpo estaba rígido. Quizá se debía también el envaramiento a la hoja del<br />
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