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-Mucho, sí-replicó-; tanto que no me atrevería a asegurar que vivieran
cuando se los llevaron a rastras.
-Y, ¿qué sabe respecto al camión blindado? Coches así no se ven con
frecuencia, por las calles de la Ciudad.
-Al parecer es propiedad de una compañía que lo tiene destinado al pago de
nóminas de sus empleados, que fue substraído poco antes de llegar aquí los
malhechores.
-Le felicito por su excelente trabajo-declaró Doc-. Veo que en poco tiempo
ha reunido valiosos informes. ¿Se ha seguido al camión?
El oficial sonrió.
-Lamento tener que decirle que se ha evaporado como el humo -replicó-. Le
busca, naturalmente, todo coche equipado con una emisora de radio de que
dispone el Cuerpo de Policía y, o mucho me engaño, o pronto daremos con
él. No es posible que escape.
Doc no emprendió por sí mismo la caza desesperada del camión. Conocía la
eficiencia de la policía metropolitana, porque en la época en que se inauguró
el sistema moderno de persecución y búsqueda por medio de los coches
equipados con aparatos de radio, él formaba parte de la Junta informadora.
Un vehículo tan destacado como aquel camión no podría llegar muy lejos
sin ser descubierto.
Lo primero que hizo fue, pues, examinar la plateada masa semifundida
hallada por Monk y Ham en la planta baja del rascacielos.
Se le trajo un maletín que llevaba consigo en el coche, y valiéndose de los
químicos ingredientes que extrajo de él, Doc probó la plata.
-Es plata acuñada-afirmó luego.
-¿Eh?-exclamó el oficial.
-Digo que la tela con que se ha confeccionado este mono ha sido tejida con
finísimos hilos de metal, extraído, mediante una fundición, de dólares de
plata-le explicó el hombre de bronce.
-¿Prueba eso algo?
-Tan sólo una cosa: que uno o varios de los malhechores que integran la
banda de Los Cráneos Plateados son hábiles artífices, ya que, al parecer,
labran con sus propias manos los trajes que visten. Si sus disfraces fueran
comprados es casi seguro que para su confección se hubiera empleado una
plata distinta.
El oficial aprobó con un gesto la explicación. No le sorprendía mucho
porque sabia, por referencias, la habilidad detectivesca de Doc Savage.
Este no perdió en examinar el siniestrado despacho más tiempo del
puramente indispensable, bañando a continuación, mediante diversas
soluciones químicas, las manchas de pólvora que halló en la pieza.
-Su demolición se debe a los efectos del trinitrotolueno-declaró después.
-¿Eh?
-Del T. N T.-repitió Doc pausadamente-, el famoso explosivo utilizado
durante la pasada gran guerra.
-¡Oh!
El hombre de bronce introdujo la diestra en los boquetes y hendiduras
abiertas en la pared del despacho por la explosión y extrajo de ella varios
trozos de acero. Cuando los tuvo reunidos los examinó.
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