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cosas, no nos conviene tener sobre la pista a ese sabueso de Doc. Es hombre
sobrehumano. Un sabio, un genio en cuestión de ciencia y tan fuerte como
un Hércules. Que no se meta con nosotros o de lo contrario sacará tajada del
asunto
-Mi amo-murmuró Bugs-. Aún me resta otra novedad que comunicarle.
-Sepamos de qué se trata.
-Un escribiente de Winthrop estuvo con el oído pegado a la puerta de su
despacho mientras sucedía... lo que usted sabe. Ignoro lo que habrá oído de
la conversación, pero el caso es que ¡le he quitado de en medio! Lo he hecho
en el mismo instante en que iba a confiarse a los dos hombres de Doc.
-¡Imbécil!-murmuró la voz entre dientes-. No puede comprometerme nada
de lo que he dicho por teléfono.
-Yo nada sabía-protestó Bugs lloriqueando-:Temí que nos descubriera.
Llevaba puesto todavía el traje plateado, me apoderé de un arco y de una
saeta que hallé a mano... y le arrojé la flecha.
-¡Habráse visto idiota!-comentó la voz-. Ir a realizar tal hazaña delante de
dos hombres tan inteligentes como todos los que sirven a Doc.
-Escapé con bien, no crea -le aseguró Bugs-. Mas para evitar que se
descubran mis huellas dactilares y que se siga la pista de la tela plateada,
me he visto obligado a quemar mi traje y a descargarle un golpe en la cabeza
a un bombero, por si trataba de impedirlo.
Varios segundos de silencio sucedieron a estas palabras como si el jefe
distante estuviera sumido en hondas reflexiones.
Impaciente por la espera, Bugs comenzó a hablar de nuevo.
-Si no hubiéramos acogotado al «viejo» Winthrop...-insinuó.
-¡Era necesario!-le recordó la voz-. De haber podido hacerlo legalmente,
Winthrop no hubiera titubeado en despojar a un huérfano. Esto fue
justamente lo que me engañó. Mas, a su manera, tenía una idea del honor;
quizá temiera a la Ley. De todos modos estaba dispuesto a entregarnos a la
Policía y sabía mucho, sobre todo respecto a la faena, realizada en su
astillero.
-Bien, los dos hombres de Savage andan husmeando por todas partes.
¿Qué haremos?¿Dejarles que husmeen, no? Después de todo, no disponen
de pruebas.
-No te preocupes, ya las hallarán. Esos hombres son brujos y el propio
Savage es más que un hombre de carne y hueso. ¡Tenemos que hacer algo!
-¿Qué?-deseó saber Bugs.
Tras de una pausa, replicó la voz:
-Escucha.
Y a continuación le dio una serie de órdenes sucesivas a las cuales
replicaba Bugs que había comprendido. Una expresión de maligno placer le
distendió las facciones a medida que oía desarrollarse los planes del jefe.
Consultó la hora en su lujoso cronómetro.
-Bueno, ya están «listos»- dijo, finalmente, con una sonrisa.
Colgó el auricular y retrocediendo por los laberínticos pasillos del
rascacielos no paró hasta dar con Monk y Ham. Una vez en el cuarto de las
calderas permaneció en el fondo al acecho de los dos hombres.
Nadie le había visto entrar, así como tampoco le viera salir de la habitación.
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