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La «joya» era un conjunto de edificios blancos enclavados en la cima de una
verde colina que se elevaba sobre la cinta azulada del Hudson, a la distancia
de unas millas de la ciudad, hacia el Norte.
La mansión era un palacio construido conforme a un mismo plano de
Mount Vernon, con altas y blancas columnas. Adosadas a él había varios
edificios más pequeños, similares a las cabañas de los antiguos esclavos.
Las caballerizas, muy amplias, y detrás de ellas una pista anchurosa giraba
en torno de un campo particular de aviación, también de ingenioso estilo
colonial.
Otro hangar-éste cobijaba, un hidroplano-y varias casillas de botes, del
propio estilo, se elevaban al pie de la colina, junto a la ribera.
-¿No lo dije? ¡Es una, joya! Sí, señor; una jo...
-¡Silencio!-dijo Doc a quien comenzaban a cansar las repeticiones de su
compañero.
Habían dejado el “Roadster” a corta distancia de la espléndida mansión y se
aproximaban a ella a pie. Justamente se hallaban, a la sazón, en una
avenida encuadrada, a ambos lados, por frondosa y siniestra vegetación.
Delante de ellos surgió inesperadamente un punto rojizo, luminoso.
Usando de mayores precauciones si cabe, los dos se acercaron a ella y
distinguieron un taxi parado. La luz roja colocada en la parte posterior del
coche iluminaba su número de matrícula. Así vieron que procedía de Nueva
Jersey.
-Probablemente es el mismo coche que, tomaron Los Cráneos Plateados al
abandonar el Sedán en Nueva Jersey-manifestó el hombre de bronce.
Así diciendo describió una vuelta entera en torno al estacionado vehículo,
comprobando que estaba desocupado, y después siguió avanzando con Pace
hasta llegar junto a un campo herboso, muy recortado, y húmedo de rocío
helado. Detrás del campo se alzaba la casa, maciza, imponente, casi
sobrenaturalmente blanca.
-Parece un hueso pelado-comentó Pace estremeciéndose-. Sí, señor; un
hueso blanco y pelado.
-¿Qué es lo que sabe respecto a la persona de ese Gardner?-le interrogó
Doc.
-¡Hum! Que es muy misteriosa. Extraordinariamente misteriosa.
-A ver, explíquese.
-Pues quiero decir que apenas sale de casa-explicóle su compañero-, o por
lo menos no recuerdo que se le haya visto en la calle. No tiene instalada, su
oficina en la parte baja de la ciudad, como es de rigor y transmite todas sus
órdenes por teléfono. Se dice que es muy extraño y que no le agrada la
compañía. Incluso se dice que sus sirvientes no viven aquí, que les obliga a
salir de la casa al anochecer.
-¿Es rico?
-El más poderoso magnate de América en cuestión de líneas de vaporesrepuso
Pace-, gracias a la fusión con otras menores, de su Compañía.
-¿Le ha visto alguna vez?
-No, señor. ¿No acabo de decirle que en raras ocasiones se le halla en la
calle?
-¿Es viejo?
-Sí, eso dicen... Se afirma...
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