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-El «Helldiver» ha pasado por entre «icebergs» más altos que una montaña y<br />
jamás ha chocado con nada.<br />
-¿Y qué fue lo que lo impidió?-dijo Pace-. ¿Qué fue lo que lo impidió?<br />
-Los instrumentos que llevamos a bordo -replicó Monk, encogiéndose de<br />
hombros-. Están colocados en el casco del submarino y por ellos sabemos la<br />
profundidad de las aguas. Si una embarcación poco más grande que un bote<br />
se nos acerca, lo sabríamos de igual modo.<br />
Y, así diciendo, Monk señaló a Pace las esferas del cuadro de instrumentos.<br />
En todas ellas había manecillas oscilantes Cuatro de aquellas esferas<br />
tenían marcado un nombre. Pace leyó sucesivamente: Norte, Sur, Este,<br />
Oeste.<br />
En una quinta esfera estaba marcada la distancia que les separaba del<br />
fondo del río. De pronto <strong>com</strong>enzó a oscilar la manecilla de la esfera que decía<br />
Sur.<br />
-Lo cual significa que en esa dirección se encuentra ahora una<br />
embarcación-explicó el químico.<br />
Doc movió ligeramente los mandos de dirección. Transcurrido que hubo un<br />
instante, se transmitió la oscilación a la imagen de la esfera, Oeste y luego a<br />
la del Norte.<br />
-Ello indicará que se había dejado la embarcación a popa.<br />
-¡Magnífico!-aprobó Mac Coy.<br />
-¡Pero si aún no ha visto nada!-exclamó Monk, con acato zumbón-. Doc<br />
utiliza el submarino para la prueba de sus inventos y, por consiguiente, hay<br />
a bordo gran cantidad de esas triquiñuelas.<br />
-¿Pero qué es lo que hacemos aquí, si se puede saber?-preguntó Pace.<br />
Monk arrugó la frente.<br />
-¡Pues correr en pos de Los Cráneos Plateados, naturalmente!-replicó.<br />
-Jamás oí que un submarino corriera en pos de otro submarino-observó<br />
Pace-. Para la tarea se utilizan cazasubmarinos, buques que naveguen por la<br />
superficie de las aguas, en una palabra.<br />
-Bueno, ¡a callar, charlatán!-ordenó Monk.<br />
-Sí. Habla usted demasiado - convino Mac Coy.<br />
Pace dirigió una de sus miradas centelleantes a la hermosa y bien<br />
proporcionada persona de Mac Coy. Desdeñoso, crispó los labios al decirle,<br />
en son de amenaza:<br />
-Desde luego, usted es más robusto que yo y podría propinarme una paliza.<br />
¡De otro modo ya le habría metido el resuello en el cuerpo!<br />
-¡Hágalo, si se atreve! Le prometo no defenderme más que con una sola<br />
mano-dijo, en son de mofa Mac Coy,<br />
Monk intervino.<br />
-Basta-les ordenó-, o les doy dos mamporros.<br />
Sin separar las doradas pupilas de los mandos, anuncióles Doc Savage:<br />
-Dentro de dos minutos sabremos si tendremos o no la suerte de descubrir<br />
a Los Cráneos Plateados.<br />
-¿Dónde estamos?-interrogó Monk.<br />
Doc le señaló con el dedo bronceado, musculoso, un punto en la carta<br />
colocada sobre la mesa iluminada, y replicóle:<br />
-Aquí.<br />
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