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Ahora bien: tal descubrimiento demostraba que no había estado de más la<br />

precaución empleada. Y no era imposible que también la ventana de la<br />

bohardilla estuviera dispuesta del mismo modo.<br />

Doc continuó la tarea de descubrir con sumo tiento el hilo de cobre para<br />

localizar sus extremos Entonces unió ambos cabos, formando de esta<br />

manera un corto circuito que mantendría, en actividad los electro magnetos<br />

del sistema de alarma. Sin el cortocircuito en cuestión no hubiera podido<br />

quitar el cristal a la ventana sin que actuara el ingenioso mecanismo.<br />

Tranquilizado con respecto a este punto se abrió paso a través del bastidor<br />

de la ventana, pero antes de saltar al otro lado volvió a descender al tejado,<br />

corrió, atrevido, a la ventana de la bohardilla, le dio un tirón y la ventana se<br />

abrió.<br />

Rápido <strong>com</strong>o una centella corrió junto al cordón de seda, por él se deslizó<br />

al nivel de la ventana abierta, de un tirón sacó el gancho de su sitio, arrolló<br />

el cordón en torno a él y se lo guardó en el bolsillo mientras se internaba en<br />

el club.<br />

Avanzando sin hacer ruido llegó junto a una puerta, asomó la cabeza y<br />

halló la prueba de que las precauciones tomadas poco antes no habían sido<br />

vanas.<br />

Al extremo del pasillo y apenas distinguibles a la vaga luz que penetraba<br />

por la abierta ventana de la bohardilla, divisó cuatro siluetas humanas<br />

trajeadas de plata.<br />

-Cuidad de poner los silenciadores a las ametralladoras-dijo una voz.<br />

-¿Por qué no bajará el hombre que ha abierto la ventana?-murmuró otra.<br />

De ese modo transcurrió un minuto, quizá, de ansiosa espera.<br />

-Vosotros dos volved al cuarto y vigilad a los dos pimpollos de Savage-tornó<br />

a susurrar el bandido que había hablado primero.<br />

Dos Cráneos Plateados se destacaron del grupo. Bajaron por el pasillo y<br />

descendieron un tramo de escaleras. No vieron a Doc Savage porque iba<br />

delante de ellos.<br />

Doc hizo una cosa extraña mientras adelantaba en silencio. En una de sus<br />

manos llevaba un bote de tela perforada similar a los potes de talco que<br />

vemos en las perfumerías y, de vez en cuando, derramaba en el suelo parte<br />

de su contenido. Como el polvo era oscuro, no se destacaba en la oscuridad.<br />

Los dos cráneos de plata llegaron, al fin, delante de una puerta, que<br />

empujaron e iluminaron con sus lámparas de bolsillo. La ojeada que<br />

dirigieron a su interior pareció satisfacerles.<br />

-No lograrán escapar-dijo uno: -ahora ven conmigo y nos llegaremos hasta<br />

la puerta trasera de la casa. No me agrada el modo que ha tenido de abrirse<br />

la ventana de la bohardilla, pues es probable que alguien la haya hecho para<br />

engañarnos mientras penetraba aquí por otro lado.<br />

-Ya sabes que nadie puede hacerlo sin dar la señal de alarma-replicó su<br />

<strong>com</strong>pañero.<br />

-De todos modos vamos a asegurarnos de ello.<br />

Los dos hombres se retiraban.<br />

Habrían llegado apenas al primer recodo del pasillo cuando ya Doc surgía<br />

junta a la puerta, la empujó y pasó al otro lado. Recorrió el interior de la<br />

pieza con el luminoso hilo de su lámpara.<br />

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