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-Sí, y, desde luego, te diga que no serás tú quien me preocupe nuncareplicó<br />
Monk, ya despabilado-. Pero, ¿qué ha sucedido? Lo único que<br />
recuerdo es una especie de Vesubio en erupción.<br />
-Ello acaba de ocurrir-profirió Ham, con vivo acento-. ¡Mira en dirección del<br />
club!<br />
Dándose cuenta de que le volvía la espalda, el químico, se volvió, valiéndose<br />
de las manos y sin levantarse del suelo, donde se hallaba sentado.<br />
Un intenso resplandor le obligó a cerrar los párpados.<br />
En el lugar ocupado por el club «Cabeza de Turco» se elevaba una torre de<br />
llamas crepitantes, que se retorcían a la altura de doscientos pies por<br />
encima, de sus cabezas. Oleadas de calor azotaban al propio tiempo el<br />
semblante.<br />
-¿Qué será lo que arde así?-balbuceó.<br />
-Materias químicas-replicó al momento Doc-. Sin duda se había abierto<br />
una mina, bajo el edificio, cargada, además del explosivo, con otra materia<br />
inflamable.<br />
-Mac Coy ha visto correr a cuatro Cráneos Plateados-dijo, tembloroso,<br />
Monk-. Y sin duda, han sido los que han encendido la mecha. ¿Pero dónde<br />
se ha metido?<br />
-No le hemos visto todavía-le contestó Doc.<br />
Pace, situado detrás, de ellos, se curaba algunos arañazos sin importancia.<br />
Al oír las palabras de Doc, exclamó:<br />
-Ese hombre es muy suave y desconfío de él. ¡Si, señor, desconfío!<br />
-Pues de no haber descubierto en el acto de huir a los hombres del traje de<br />
plata-observó Monk-, no lo habríamos pasado muy bien.<br />
Justamente en la parte baja de la calle apareció en aquel momento la<br />
borrosa silueta de un hombre. Avanzaba haciendo eses y con ambas manos<br />
se oprimía la cabeza. Tenía las ropas desgarradas y de ellas se desprendían<br />
partículas de polvo cada vez que tropezaba.<br />
Cuando estuvo junto a ellos vieron que se trataba de Hugo Mac Coy.<br />
-¿Dónde fueron Las Cráneos Plateados? -le preguntó Doc, prontamente.<br />
Hugo les miró con dolorida expresión, sin quitarse las manos de la cabeza.<br />
-¿Cómo quiere que lo sepa?-repuso-. Parte de una pared se ha desplomado<br />
sobre mí y me ha privado del conocimiento.<br />
Las llamas desprendidas de lo que quedaba del club ascendían cada vez a<br />
una mayor altura; rojas lenguas de fuego destacábanse de la hoguera y se<br />
lanzaban a una altura de cientos de pies.<br />
Como su crepitar dificultaba la conversación, Doc se retiró con sus<br />
hombres a un punto donde no les achicharrara el fuego. En torno de ellos<br />
sonaban ya las sirenas de alarma sin que hubieran aparecido todavía los<br />
bomberos.<br />
Mirando las llamas decidió el hombre de bronce que pasaría mucho tiempo<br />
antes de poder ahondar en sus cenizas o llevar a cabo una investigación de<br />
las ruinas del club.<br />
-Vámonos-propuso a sus <strong>com</strong>pañeros-.Tenemos que hacer cosas más<br />
trascendentales que estarnos contemplando, cruzados de brazos, estos<br />
fuegos artificiales.<br />
Tras de dirigirle una mirada escudriñadora, Monk echó a andar<br />
resueltamente. Acababa de descubrir que Doc llevaba debajo del brazo uno<br />
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