Número 99 - Biblioteca Digital del CONEVyT
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primarios y fundamentales de la cultura se ha reducido proporcionalmente<br />
al acelerarse y multiplicarse la vida intelectual inmanente de la<br />
sociedad. El resultado es que esos estudios pierden su fuerza motriz.<br />
Ahora son solamente mecánicos y formativos y sin relación —cuando se<br />
hacen dominantes— con el resto de la vida.<br />
El niño los considera como tareas más o menos arbitrarias a las que<br />
tiene que someterse porque asiste a esa cosa misteriosa que se llama<br />
escuela, o si no, se dora la píldora con toda clase de adornos bonitos<br />
para que el niño se la pueda tragar sin darse cuenta. Hay quien se queja,<br />
con cierta razón, de que el programa escolar de hoy no tiene el mismo<br />
valor disciplinario que el que se basaba en la lectura, la escritura y el<br />
cálculo. Pero esto no ocurre porque se haya abandonado el viejo ideal,<br />
sino porque se ha conservado a pesar <strong>del</strong> cambio de las circunstancias. En<br />
lugar de hacer frente con franqueza a la situación, preguntándonos cuáles<br />
son los estudios que se pueden organizar que realicen hoy lo que el<br />
estudio <strong>del</strong> lenguaje hizo para las generaciones anteriores, hemos<br />
conservado el programa tradicional como centro y núcleo de los actuales<br />
disfrazándolos con una diversidad de láminas bonitas, de juegos y objetos<br />
y de algunas salpicaduras de ciencias.<br />
Con este cambio en la relación entre el material y el estímulo<br />
intelectual con el individuo ha habido otro no menor en el método y<br />
composición mismos <strong>del</strong> conocimiento. La ciencia y las artes se han<br />
liberado. Los procesos y los métodos más sencillos <strong>del</strong> saber han sido<br />
elaborados de tal manera que ya no son monopolio de ninguna clase o<br />
gremio. Teóricamente son, y debieran serlo de hecho, parte <strong>del</strong> fondo<br />
común de la sociedad. Es posible iniciar al niño, desde el principio, en<br />
forma directa, no abstracta ni simbólica, en las operaciones por las<br />
cuales mantiene la sociedad su existencia material y espiritual.<br />
Los procesos de producción, de transporte, de consumo, etcétera, con<br />
los que mantiene la sociedad su continuidad material, se realizan en<br />
escala tan amplia y tan pública que son evidentes y objetivos. Su<br />
reproducción, en forma embrionaria, está dentro de los límites de la<br />
posibilidad, por medio de una variedad de formas de enseñanza industrial.<br />
Además, los métodos para descubrir y comunicar la verdad, de los que<br />
depende la unidad espiritual de la sociedad, se han hecho directos e<br />
independientes, de remotos que eran y ligados a la intervención <strong>del</strong><br />
maestro o <strong>del</strong> libro. No se trata sencillamente de que el niño pueda<br />
adquirir algunas informaciones científicas sobre las cosas orgánicas e<br />
inorgánicas: si se tratase solamente de ello, no se podría objetar el<br />
estudio de la historia o literatura <strong>del</strong> pasado como más humanísticos. No,<br />
lo importante es que sea posible que el niño pueda, desde muy temprano,<br />
conocer y emplear, en forma personal, pero relativamente controlada, los<br />
métodos con los que se descubre y se comunica la verdad y, al mismo<br />
tiempo, que haga de su lenguaje el canal para comunicarla y expresarla;<br />
con ello queda el aspecto lingüístico en su debido lugar: subordinado a<br />
la adquisición y transmisión de lo que se experimenta auténtica y<br />
personalmente.<br />
Una modificación semejante, casi una revolución, ha ocurrido en las<br />
relaciones entre las actividades intelectuales y las ocupaciones<br />
prácticas ordinarias de la vida. El niño de otros días iba adquiriendo<br />
una disciplina intelectual, cuya importancia apreciaba en la escuela,<br />
mientras que en la vida de su hogar iba trabando conocimiento en forma<br />
directa con los aspectos principales de la actividad social e industrial.<br />
La vida era principalmente rural. El niño se ponía en contacto con la