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Número 99 - Biblioteca Digital del CONEVyT

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son alimento para la voraz imaginación <strong>del</strong> niño. Le proporcionan<br />

materiales dignos, pero pueden servir de freno a su ejercicio mórbido y<br />

caótico. Presentan al niño condiciones típicas de la vida social, exhiben<br />

la lucha que le ha dado el ser y reflejan los productos espirituales en<br />

que ha culminado. No se puede otorgar a la historia y a la literatura su<br />

lugar debido hasta que el maestro no esté en libertad para seleccionarlas<br />

en base a su valor intrínseco y no desde el punto de vista de la<br />

capacidad que puede tener el niño para reconocer los símbolos verbales<br />

escritos e impresos.<br />

Estamos aquí en presencia de los factores fundamentales <strong>del</strong> programa<br />

primario <strong>del</strong> futuro: el trabajo manual, la ciencia, el estudio de la<br />

naturaleza, el arte y la historia. Ellos mantienen vivos los impulsos<br />

positivos y creadores <strong>del</strong> niño y los dirigen de tal manera que le<br />

disciplinan en los hábitos de pensamientos y de acción necesarios para<br />

participar en la vida en comunidad.<br />

Si se intentase suprimir súbitamente, o reducir al mínimo, en los<br />

primeros grados escolares el trabajo basado en el lenguaje, el estado<br />

final de nuestras escuelas sería indudablemente peor que el inicial. Lo<br />

que se necesita no es la sustitución inmediata, sino que se considere la<br />

situación total, y se organicen los materiales y los métodos de las<br />

ciencias, de la historia y de las artes para hacer de ellos vehículos<br />

educativos adecuados. Muchos de nuestros males presentes se deben al<br />

compromiso y a la inconsistencia. No tenemos ni una cosa ni otra; ni la<br />

disciplina sistemática y omnipresente <strong>del</strong> programa tradicional ni una<br />

enseñanza coherente, basada en el trabajo constructivo, en la historia y<br />

en el estudio de la naturaleza. Tenemos una mezcla de los dos. El primero<br />

se supone que da el elemento de disciplina y que constituye el patrón<br />

para medir el éxito; el segundo proporciona el factor <strong>del</strong> interés. Lo que<br />

necesitamos es una concienzuda reconciliación de los ideales de<br />

dedicación, claridad y orden, que forman el concepto de disciplina, con<br />

los que actúan sobre la capacidad y las necesidades <strong>del</strong> individuo, que<br />

llamamos “interés”. Este es el problema de la educación en lo que<br />

respecta a la escuela elemental.<br />

El cambio ha de ser gradual. Forzarlo indebidamente sería comprometer<br />

su éxito final creando una reacción violenta. Lo que se necesita en<br />

primer lugares que haya una declaración de convicción clara y categórica<br />

respecto al problema por parte de fisiólogos, psicólogos y de aquellos<br />

administradores de la educación que se hayan dado cuenta de los males <strong>del</strong><br />

régimen actual. También deben enfrentar claramente los educadores el<br />

hecho de que la Educación Nueva, tal como la tenemos hoy, es un<br />

compromiso y una transacción: emplea métodos nuevos, pero sus ideas<br />

fundamentales son virtualmente las mismas que tenía la Vieja Educación.<br />

Los dirigentes intelectuales de la comunidad deben favorecer moral y<br />

financieramente todos los movimientos que se dirijan inteligentemente a<br />

la resolución <strong>del</strong> problema. Existe ya un número considerable de<br />

“estaciones experimentales” educativas, que representan la primera línea<br />

<strong>del</strong> progreso en educación. Si se mantuviese adecuadamente a esas escuelas<br />

durante un cierto número de años proporcionarían un gran servicio<br />

vicario. Después de que ellas hayan formado cuidadosa y definidamente los<br />

materiales para el nuevo programa —encontrando el lugar adecuado para los<br />

estudios <strong>del</strong> lenguaje y colocándolos en su verdadera perspectiva— el<br />

problema de una reforma educativa más general sería inmensamente más<br />

fácil. Habría patrones bien claros, materiales bien ordenados y métodos<br />

coherentes con que trabajar. Formar y equiparar tales escuelas es pues el

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