Número 99 - Biblioteca Digital del CONEVyT
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decanta apreciaciones pictóricas y musicales, crónica, diario, ensayo,<br />
impresiones de ciudades, relato y memoria, obse- siones que después<br />
volvió a cifrar en El viaje. Sus obras han sido traducidas al checo,<br />
francés, italiano, polaco y ruso. Actualmente vive en Xalapa, es investigador<br />
<strong>del</strong> Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias y ha<br />
ofrecido cursos y cátedras en la Facultad de Letras Españolas.<br />
Ha recibido los premios Xavier Villaurrutia (1981), Herralde de Novela<br />
(1984, por El desfile <strong>del</strong> amor), el de la Asociación de Cultura Europea<br />
de Polonia (1987), el Nacional de Literatura (1<strong>99</strong>3), el Mazatlán de<br />
Literatura (1<strong>99</strong>6) y el de Literatura Latinoamericana y <strong>del</strong> Caribe Juan<br />
Rulfo (1<strong>99</strong>9). Además, forma parte de la Academia Mexicana de la Lengua.<br />
El antropólogo e historiador italiano Tullio Seppilli es pionero en la<br />
etnología y la antropología cultural. Creó el Instituto de Etnología y<br />
Antropología Cultural en la Universidad de los Estudios de Peruggia,<br />
donde ha ofrecido cátedras en antropología, etnología, etnopsiquiatría y<br />
antropología médica. Actualmente es catedrático de Antropología Cultural<br />
en la Facultad de Sociología de la Universidad de Roma y ofrece cursos de<br />
antropología médica en la Facultad de Medicina y Cirugía de la<br />
Universidad de Peruggia. ®<br />
AGUJA DE MAREAR<br />
EL BUEN CIUDADANO<br />
Shaunard<br />
En los años sesenta, los que estábamos en la secundaria estudiábamos en<br />
El buen ciudadano, algo así como el Manual de Carreño para las clases<br />
populares. En él aprendimos que en nuestro país todos podíamos ser<br />
presidentes y, de hecho, fue una estratagema muy utilizada por los<br />
maestros para motivarnos al estudio. Con frecuencia los profesores<br />
dramatizaban la vida <strong>del</strong> ilustre Benito Juárez para hacernos más creíble<br />
la perspectiva. Entonces no había ningún niño que asistiera a la escuela<br />
e ignorara la maravillosa vida <strong>del</strong> indio de San Pablo Guelatao, Oaxaca.<br />
Lo que nunca nos dijeron fue que para ser presidente había que<br />
afiliarse a un partido político, en este caso al PRI. Nosotros pasamos<br />
nuestra vida escolar, pensando que el Presidente era la mejor persona de<br />
México, la más respetable: sus decisiones y sus actos tenían que ser<br />
buenos, porque era el “Presidente de la República”. La República era el<br />
mejor de los mundos posibles; además <strong>del</strong> Presidente, el Congreso de la<br />
Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la misma de la que<br />
Benito Juárez había pasado a la Presidencia, se encargaban de que este<br />
país avanzara hacia un futuro luminoso. Todo lo que los habitantes<br />
teníamos que hacer era estudiar unos y trabajar los otros. Algún día,<br />
cualquiera de nosotros sería Presidente.<br />
En la escuela nos dijeron que esto se llamaba democracia, que en las