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Número 99 - Biblioteca Digital del CONEVyT

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de tener en cuenta, además de los que resultan de forzar indebidamente el<br />

trabajo basado en el lenguaje, los defectos <strong>del</strong> desarrollo que se<br />

producen por la eliminación de otros objetos. Todas las autoridades<br />

dignas de respecto afirman que el período de la infancia comprendido<br />

entre los cuatro y los ocho o nueve años es un período plástico en la<br />

vida sensible y emocional. ¿Qué hacemos para dar forma a estas<br />

capacidades?, ¿qué hacemos para satisfacer esta hambre? Cuando comparamos<br />

la capacidad y las necesidades <strong>del</strong> niño con lo que le proporciona el<br />

régimen de enseñanza tradicional, encontramos un contraste lamentable,<br />

trágico. También es esta época la <strong>del</strong> florecer de la formación de hábitos<br />

eficientes y ordenados en el aspecto motor: es principalmente el momento<br />

en que el niño quiere hacer cosas y cuando este afán puede adaptarse con<br />

fines educativos. No es posible contemplar la viveza y la persistencia de<br />

los instintos motores <strong>del</strong> niño en esta época, al mismo tiempo que la<br />

continua y monótona rutina de la lectura y la escritura, sin sentir que<br />

es imposible psicológicamente justificar nuestros programas actuales. No<br />

son más que una superstición: no son más que un resto de un período de la<br />

historia que ha quedado atrás.<br />

Todo esto puede ser cierto, pero tal vez no existan materiales<br />

suficientemente organizados para introducirlos en el programa escolar ya<br />

que esto exige, sobre todo, una presentación y un desarrollo claramente<br />

definidos. Afortunadamente no es este el caso. Hay temas que sirven,<br />

tanto para satisfacer las necesidades dominantes <strong>del</strong> niño, como para<br />

prepararlo para participar en la civilización a que pertenece. Tenemos el<br />

arte, en sus diversas formas: música, dibujo, pintura, mo<strong>del</strong>ado,<br />

etcétera. Estos medios, no solamente le proporcionan una descarga<br />

regulada por la que el niño puede proyectar sus impulsos y sentimientos<br />

íntimos en forma exterior para llegar a la conciencia de sí mismo, sino<br />

que además son necesidades de la vida social existente. Debe protegerse<br />

al niño de algunos de los aspectos rudos y excesivamente utilitarios de<br />

la civilización moderna: se los necesita pues, positivamente, porque es<br />

necesaria cierta capacidad creadora y artística para que el trabajador<br />

futuro salga de las filas de los obreros incapacitados y para que<br />

alimente su conciencia durante las horas en que permanece en contacto con<br />

cosas puramente mecánicas.<br />

Esas formas de observación científica, que solemos llamar “estudio de<br />

la naturaleza”, están pensadas para que agudicen y mantengan activos el<br />

interés <strong>del</strong> niño por las cosas que lo rodean y para irlo introduciendo<br />

gradualmente en los métodos de descubrimiento y comprobación que son<br />

características esenciales de la moderna vida intelectual. En el aspecto<br />

social, permiten que el niño conozca lo que le rodea; conocimiento cada<br />

vez más necesario, bajo las condiciones existentes, para que se mantenga<br />

la salud personal y social, para comprender y manejar los negocios y para<br />

administrar los asuntos cívicos. Lo que se suele llamar crudamente<br />

trabajos manuales (la variedad de actividades constructivas que empieza<br />

en el kindergarten no debiera ser abandonada nunca), está igualmente<br />

adaptado a las necesidades características <strong>del</strong> niño y a las exigencias<br />

presentes de la vida en sociedad. Estas actividades proporcionan<br />

disciplina en la aplicación continua y ordenada de la capacidad,<br />

refuerzan los hábitos de trabajo y atención y crean un juicio ingenuo y<br />

seguro. Como preparación para la futura vida social, son un atisbo de las<br />

ocupaciones mecánicas e industriales, de las que depende nuestra<br />

civilización, y mantienen vivo el sentido de la dignidad <strong>del</strong> trabajo, que<br />

es esencial para la democracia. La historia y la literatura, una vez más,

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