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Centro salmonero (© R. Alvarez).<br />

propiedad de recursos públicos y generando una enorme concentración<br />

de ingresos en unos pocos conglomerados, incorporando<br />

marginalmente los aspectos sociales y ambientales. (…) Esta particular<br />

forma de organización territorial para la producción, muestra<br />

una trayectoria cada vez más expansiva, la que ha generando un<br />

aumento en las tensiones respecto de sus entornos naturales y<br />

sociales directos. A esto se suman las importantes debilidades institucionales<br />

y regulatorias en materia laboral y ambiental que padece<br />

nuestro país. Además, la necesidad de competir en el proceso<br />

de globalización ha hecho que las empresas traspasen los costos<br />

de este proceso a los sectores más vulnerables, dentro de los que<br />

se cuentan los trabajadores/as, que pasan a convertirse en ‘mano<br />

de obra barata’ y por cierto, a las comunidades locales que perciben<br />

las externalidades negativas de las industrias a través de los<br />

impactos ambientales -donde se cuenta la contaminación de las<br />

aguas y los cambios en el paisaje, entre otros- y de los cambios o<br />

implicancias sociales.” (Pinto 2007).<br />

Además, debe agregarse la<br />

enorme desigualdad que entraña<br />

dicho negocio con respecto<br />

a las ganancias que percibe. El<br />

pago de concesiones acuícolas<br />

constituye un ejemplo interesante.<br />

De hecho, se estima que<br />

para el año 2007, las ventas de<br />

la industria del salmón “ fueron<br />

superiores a los USD $2.200<br />

millones, mientras que el<br />

Estado recaudó la magra suma<br />

de USD 1.168.868. De aquí se<br />

deduce que el Estado percibió<br />

el equivalente al 0,053% de las<br />

ventas por concepto de pago<br />

de concesiones” (Liberona y<br />

Furci 2008).<br />

Es relevante considerar que el Estado ha generado amplias facilidades<br />

durante esta última década para la industria, a diferencia de<br />

la lentitud con que ha operado respecto de los pescadores artesanales.<br />

Muñoz (2004) plantea una desigualdad en la metodología<br />

para otorgar las concesiones variando de un par de años para la<br />

industria acuícola hasta los 17 años para los pescadores artesanales<br />

de acuerdo a lo declarado por sus dirigentes. El autor agrega<br />

que los altos costos constituyen una importante barrera de entrada<br />

para los pescadores artesanales. Finalmente el autor expone que<br />

la repartición de la pesca pelágica se otorga a razón de 95% para<br />

la pesca industrial y sólo el 5% para el sector artesanal.<br />

El efecto de la industria acuícola sobre el entorno marino se refleja<br />

principalmente en dos categorías. Por un lado, la acumulación de<br />

materia orgánica (alimento, fecas) y productos químicos (antibióticos<br />

y medicamentos, desinfectantes, etc.) tanto en la columna de<br />

agua como en el fondo. Según explica Díaz y Muñoz (2006): “Este<br />

ingreso de nutrientes produce un desbalance en los procesos<br />

metabólicos de los ecosistemas afectados, lo que actualmente<br />

es asociado con pérdidas de biodiversidad y agotamiento del<br />

oxígeno (anoxia)”. Se constatan perturbaciones físicas, químicas y<br />

biológicas del sustrato bajo el cual se encuentran las instalaciones<br />

con un decrecimiento de la fauna previa de un 50%. El alimento<br />

usado para los salmones es altamente influyente en este problema:<br />

“considerando el alimento asociado a las 488 mil toneladas de<br />

salmónidos producidos en Chile durante el año 2003, Niklitschek<br />

et al. (2006) estimó una descarga anual de nutrientes a los siste-<br />

Vista aérea de balsas jaula para<br />

salmones en el mar interior de Chiloé<br />

(© A. Ruiz-Tagle 2007).<br />

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