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Desembarque de mariscos (© R.<br />
Alvarez).<br />
muestra que la forma en la que se está trabajando dicho recurso<br />
por parte de la pesca artesanal es insustentable y la XI Región<br />
corre el riesgo de sufrir el mismo problema que afecta actualmente<br />
a la X.<br />
Con respecto a la interacción tecnológica y explotación de peces,<br />
la pesca de recursos como la merluza y el congrio nos llevan a<br />
dos situaciones problemáticas: por un lado la distribución de los<br />
espacios para industriales y artesanales no toma en cuenta el ciclo<br />
natural de crecimiento de estas especies. Mientras los industriales<br />
pescan mar afuera a los adultos con redes de arrastre de media<br />
profundidad, los artesanales capturan a individuos jóvenes y crías<br />
en aguas interiores, sin que entre ambas exista una coordinación<br />
que asegure la sustentabilidad del recurso. Testimonio de aquello<br />
son las cifras expresadas en otros capítulos de este libro.<br />
Por otro lado, los aparejos de pesca implican diferentes problemáticas<br />
que aún no han sido resueltas: la pesca de arrastre de<br />
especies como la merluza o el congrio, se realiza con redes de<br />
arrastre de medio fondo que permiten una captura de individuos<br />
que ya han logrado reproducirse anteriormente, mientras que el<br />
uso de espinel por parte de los artesanales, incluye principalmente,<br />
juveniles sin haberse reproducido y, peor aún, descartes en ciertas<br />
épocas del año de hasta un 50% de lo capturado. Debe sumársele<br />
a ello el daño colateral que causan los espineles en numerosas especies<br />
de aves marinas como albatros y petreles (Moreno 2010).<br />
Simultáneamente a ello, se vislumbra el peligro que existe ante el<br />
ingreso de la flota cerquera a la zona austral para capturar jureles,<br />
zona que actualmente es manejada por la Pesquería Demersal<br />
Austral (PDA). Esto implica un riesgo tanto para los industriales,<br />
que ya operan en la zona, como para los artesanales, pues la merluza<br />
de cola sostiene tróficamente a la merluza austral y al congrio<br />
dorado (op. cit.). Esta pesca cerquera ha probado en la VII Región<br />
afectar considerablemente a la merluza y al congrio, sin que exista<br />
forma de evitar su descarte: “Si la captura está formada sólo por<br />
juveniles, se pueden soltar, pero con una mortalidad casi total<br />
debido al estrés y compresión que los peces sufren en la red” (op.<br />
cit.). Otro aspecto no menor, tiene relación con el uso de redes de<br />
arrastre de fondo, las que causan un deterioro sustancial del fondo<br />
marino.<br />
Moreno (2010) advierte que si esta situación no se evita o regula,<br />
es probable que “(…) la entrada de esta flota cerquera y arrastrera,<br />
tanto las interacciones tróficas como tecnológicas, cambiarán<br />
negativamente los parámetros de las especies de la PDA (menor<br />
crecimiento individual, menor reproducción, menor reclutamiento,<br />
relación talla v/s peso más baja, mortalidad más alta, etc.) de tal<br />
manera que será imposible evitar el fatal deterioro de sus tamaños<br />
de stocks (reservas). Por otra parte, el exceso de esfuerzo que se<br />
aplicará sobre la merluza de cola, jurel y merluza de tres aletas,<br />
todas actualmente en regímenes sin ninguna regulación, repetirá<br />
la historia del jurel de la VIII Región y este país jamás alcanzará los<br />
objetivos de explotación sustentable, que permitan la sobrevivencia<br />
de los habitantes locales en la zona sur austral. En otras palabras,<br />
será una efímera “fiebre de oro” que terminará por destruir toda la<br />
estructura del ecosistema nerítico de las regiones australes”.<br />
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