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Untitled - Fundación César Manrique

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Año 1992:desde por la tarde anda <strong>César</strong> <strong>Manrique</strong> volcado en culminar<br />

los últimos detalles para la inauguración de su <strong>Fundación</strong>. Espera maquinaria y<br />

trabajadores del Cabildo para concluir la labor. Por fin, con la caída del Sol, ya<br />

están las botellas de vino en una esquina, tiradas en el suelo pero brillantes y<br />

bellas. Hay también envases verdes —los antiguos garrafones de lapas y burgados—<br />

llenos de un agua azulada, y los camareros sirven los canapés en unas<br />

bandejas que son palas de tunera. El escenario no oculta la finalidad: es la coronación<br />

de un proyecto de sociedad civil, la creación de una salvaguarda para<br />

vigilar el futuro inmediato.<br />

Año 2003: estoy en una cena con Josefina Betancor. Hace unos días que<br />

murió su compañero, el poeta Manuel Padorno. Me cuenta la experiencia de<br />

ambos en Lanzarote mucho tiempo atrás, allá por 1961, año de los versos de A<br />

la sombra del mar.Tenían un escarabajo sin matricular y con él hacían largas excursiones<br />

por una tierra virgen, por un paraíso que desconocía el turismo. <strong>César</strong><br />

<strong>Manrique</strong> todavía no había regresado de Nueva York y desde allí le escribió alguna<br />

carta al poeta para preguntarle qué buscaba en una isla de desolación.<br />

• • •<br />

La Geria y los enarenados son la máxima expresión de la refundación<br />

del paisaje lanzaroteño.Testimonian el trabajo arduo, sacrificado, para lograr<br />

el alimento. Hoy, desde el aire, desde la ventana veloz de un vehículo, son una<br />

escultura, un sedante. Fueron el ciclo económico de los camellos, de la mirada<br />

al Atlántico para buscar el pan en Venezuela, Cuba y Argentina; un tiempo<br />

horrible, sin agua, del que surge la postal: la cara tostada por el viento, oculta<br />

bajo el sombrero conejero, con la vista perdida sobre un campo de lentejas.Y<br />

sigue la refundación. Agustín Espinosa hizo la suya en Lancelot, 28º-7º<br />

[Guía integral de una isla atlántica], en la que colocó a Lanzarote como le dio<br />

la gana:“En las siestas lejanas del viento NE las casas de Mozaga han podido<br />

caminar unos kilómetros hacia Nazaret, entre el estupor incomprensivo de<br />

los mozaguianos. Pero, a las pocas horas, el viento NE llevaba de nuevo a<br />

Mozaga a su situación primigenia” 1 . No hay aún dimensión espectacular, no<br />

hay conciencia de paraíso, no hay turista número uno ni 2.000. Los Ajaches<br />

1 ESPINOSA,Agustín: Lancelot, 28º-7º [Guía integral de una isla atlántica] (1929), Nilo Palenzuela (ed.), Santa Cruz de Tenerife,<br />

Interinsular Canaria, 1988, p. 106.<br />

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