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Untitled - Fundación César Manrique

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enseñó al multimillonario norteamericano durante esos siete días en la nave<br />

rusa sujeto a su asiento, apabullado por la tecnología y deslumbrado por el<br />

paisaje. Parecía también que estuviera contemplando, como espectador privilegiado,<br />

una película.<br />

Y es que filme y viaje turístico se construyen sobre estructuras análogas:<br />

guía turística y guión cinematográfico. Ambas preestablecidas y cerradas,<br />

ambas con el objetivo de estipular lo que será esencial en nuestra mirada. El<br />

turista es guiado en su viaje lo mismo que el espectador en su travesía por<br />

ese otro viaje conducido que es una película. Filme y viaje turístico se constituyen<br />

así en representaciones adaptadas a un código reconocible —y fácilmente<br />

digerible— por el espectador/visitante y este paralelismo se explica<br />

por su común condición industrial: si el turismo marcó el inicio de las industrias<br />

culturales, el cine le seguiría los pasos cuando los progresos técnicos lo<br />

hicieron finalmente posible. Como subraya Armand Mattelart, ya después de<br />

la Gran Guerra el cine se convirtió en el “emblema de la internacionalización<br />

de los productos culturales” 4 con tres características fundamentales: su<br />

naturaleza compacta, la homogeneización de los productos y la interacción<br />

de los soportes (cine, radio, televisión, Internet) con el horizonte prioritario<br />

de la explotación económica de la película. Lo mismo que hace la industria<br />

turística con el viaje.<br />

Paradójicamente, la experiencia inmóvil —en la hamaca o la butaca— se<br />

opone a la creciente velocidad de los procesos tecnológicos que han hecho<br />

evolucionar ambas industrias. A mayor velocidad en los procesos, mayor<br />

éxtasis en la quietud. En el turismo, de las primeras experiencias en barcos y<br />

trenes de vapor hemos pasado al adormecedor vaivén de los grandes<br />

buques de crucero, al vértigo de aviones transcontinentales, trenes de alta<br />

velocidad y, finalmente, al viaje espacial pionero de Denis Tito.Y en el cine,<br />

velocidad creciente no ya sólo por la tecnología de captación y procesamiento<br />

de las imágenes. También por la tendencia narrativa de los filmes a<br />

mostrarse atractivos a partir de secuencias cada vez más ferozmente veloces<br />

y por sus formas de exhibición: si todo empezó en un laboratorio francés<br />

y evolucionó a los nickelodeones estadounidenses, suntuosos teatros,<br />

salas de pantalla única, complejos multisalas y actuales cineplex, el próximo<br />

paso podría ser la recepción individualizada vía satélite a través de unas<br />

4 MATTELART,Armand:“Arte y dinero, historia de una sumisión” en Le Monde Diplomatique, Cybermonde,Valencia, septiembre<br />

de 2001, p. 6.<br />

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