19.05.2013 Views

Untitled - Fundación César Manrique

Untitled - Fundación César Manrique

Untitled - Fundación César Manrique

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

le permite escoger el paquete de viajes que al menor costo da mejor cuenta<br />

de todo aquello que merece la pena ser visto. La guía prepara al turista textual<br />

para transformarse en turista de masas y delimita claramente su recorrido,<br />

qué no puede dejar de ver y qué es superfluo. Su certidumbre<br />

informativa no proviene ni de la experiencia subjetiva y errática del individuo<br />

viajero ni del exceso de datos carente de criterio selectivo de la población<br />

residente. La guía ofrece la información esencial sobre un país o región porque<br />

es el resultado de la experiencia acumulada por múltiples viajeros, ordenada,<br />

estructurada y expuesta con finalidad práctica para futuros viajeros.<br />

No es casual que John Murray III utilice en su primer Handbook de 1836<br />

un narrador en primera persona del plural y en tiempo presente; tal voz y<br />

tiempo mayestáticos identifican al turista textual con una masa de la que se<br />

le hace partícipe y cuya experiencia, mutatis mutandis, se le promete que<br />

podrá reproducir si se decide a viajar y a realizar el itinerario propuesto. La<br />

guía manifiesta su autoridad de forma paradójica; suprime el nombre de su<br />

autor y muchas acaban siendo conocidas por un nombre genérico, como<br />

sucede con “las Murray”, o con “las Baedeker”, por citar dos guías de tradición<br />

y de gran influencia.<br />

Son precisamente las Baedeker las que en el camino hacia la objetividad<br />

informativa se despojan de todo vestigio de subjetividad en favor de un producto<br />

verificable, práctico y comercializable.Así lo advierte Esther Allen, que<br />

señala que las Murray aún incluían citas de autores románticos célebres, pues<br />

en gran medida eran tales autores los que motivaban a sus lectores a viajar.<br />

Muchos poemas acabaron funcionando como folletos de viaje y algunos fueron<br />

muy eficaces.Wordsworth, por ejemplo, vivió para ver cómo su adorado<br />

Lake District se inundaba de turistas que iban a visitar los lugares de los que<br />

él había escrito.<br />

A lo largo del siglo XIX, desde las Murray hasta las Baedeker, “la perspectiva<br />

del viajero [...como la] experiencia del lugar, que era única para los<br />

viajeros, acaba transformándose en manufactura” (220). Por este motivo,<br />

Esther Allen añora “las Murray en comparación con las Baedeker, y la guía de<br />

formas autobiográficas del siglo XVIII en comparación con las Murray” y cita<br />

a Goethe que, al escribir de su viaje a Italia de 1816, expresa con claridad la<br />

idea romántica del viaje que Allen evoca con nostalgia y que Goethe identifica<br />

con la experiencia directa de un lugar, sin mediación de texto alguno, pues<br />

“cuando uno mira con detenimiento un objeto, después es un placer leer u<br />

16

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!