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te odiare hasta que te quiera

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Nicole, nada más.<br />

—Vamos a in<strong>te</strong>ntarlo de nuevo, pero esta vez mírame a los ojos, ¿de<br />

acuerdo?<br />

Su mano se desliza unos centímetros hacia arriba, siguiendo la curva de<br />

mi espalda. Es un movimiento tan lento y sensual <strong>que</strong> no puedo evitar<br />

cerrar los ojos. La puñe<strong>te</strong>ra canción no es <strong>que</strong> sea de gran ayuda. ¡Tengo<br />

<strong>que</strong> decirle a Megan <strong>que</strong> deje de grabar canciones sensibleras en el iPod!<br />

—Te voy a levantar del suelo, ¿vale?<br />

—Por favor, no me tires al lago —le suplico.<br />

Cole se ríe y me aprieta aún más fuer<strong>te</strong> contra su pecho.<br />

—¿No confías en mí, Tessie?<br />

—¿Es una pregunta retórica?<br />

Al oír mi respuesta, pone los ojos en blanco.<br />

—Te voy a levantar <strong>quiera</strong>s o no. Vas a <strong>te</strong>ner <strong>que</strong> aprender a confiar en<br />

mí.<br />

A mí se me escapa la risa.<br />

—Es más fácil decirlo <strong>que</strong> hacerlo, colega. Me has martirizado duran<strong>te</strong><br />

buena par<strong>te</strong> de mi vida y no sé si matarme sigue estando en tu lista de<br />

cosas pendien<strong>te</strong>s.<br />

Murmura algo en voz baja y me parece en<strong>te</strong>nder «qué melodramática».<br />

Así está mejor, esto es lo normal. Discutir, pelear, <strong>que</strong>rer arrancarnos<br />

mutuamen<strong>te</strong> el pelo; eso es lo <strong>que</strong> se nos da mejor. Cualquier otro<br />

sentimiento podría entorpecer esta dinámica tan increíble <strong>que</strong><br />

compartimos.<br />

Empieza la segunda estrofa de la canción y, sin previo aviso, Cole me<br />

levanta por la cintura y en cuestión de segundos mis piernas cuelgan en el<br />

aire mientras él nos hace girar a los dos. Las palabras <strong>que</strong> oímos en<br />

nuestros respectivos auriculares resuenan a nuestro alrededor. Entre la<br />

forma en <strong>que</strong> me mira y la voz suave y delicada del cantan<strong>te</strong>, juraría <strong>que</strong><br />

es el momento más mágico de mi vida.<br />

Cuando me baja, busca mi cintura con las manos. No cabe ni un alfiler<br />

entre los dos. Mis pies tocan el suelo y me doy cuenta de <strong>que</strong> estoy<br />

totalmen<strong>te</strong> enredada en él. Sus brazos me rodean, una de sus piernas está<br />

entre las mías, mis manos se agarran a sus hombros... Lo <strong>que</strong> me<br />

sorprende es <strong>que</strong> aún <strong>que</strong>de algo de espacio entre los dos.<br />

Sus ojos se posan en mis labios y siento <strong>que</strong> el corazón se me sale del<br />

pecho. No lo entiendo. Hasta el último átomo de mi ser es conscien<strong>te</strong> de lo

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