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te odiare hasta que te quiera

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sueño en el <strong>que</strong> <strong>te</strong> presentas en clase desnudo.<br />

—¿Te vas a comer eso? —me pregunta Cole sin apartar la mirada de mi<br />

trozo de pizza, y yo lo empujo hacia él.<br />

Está sentado a mi lado, mientras <strong>que</strong> Megan y Beth se han sentado al<br />

otro lado de la mesa. Megan no ha tocado la comida, prefiere comerse a<br />

Cole con la mirada. Por lo visto, nunca había estado tan cerca de él (le<br />

llama Cole «la Piedra» Stone) y se ha <strong>que</strong>dado sin apetito. Beth parece<br />

mucho más tranquila, comiéndose una manzana con el amago de una<br />

sonrisa en los labios.<br />

En algún momento no podré más y sufriré un ata<strong>que</strong> de pánico por lo<br />

absurdo de la escena, pero de momento me lo guardo para más tarde.<br />

—Y qué, señoritas, ¿tienen planes para el fin de semana? —pregunta<br />

Cole.<br />

Es una pregunta inocen<strong>te</strong>, pero <strong>te</strong>ngo la sensación de <strong>que</strong> su objetivo es<br />

acabar con es<strong>te</strong> silencio incómodo y hostil (sobre todo por mi par<strong>te</strong>). Ya<br />

lleva una semana sentándose con nosotras, para disgusto de la<br />

concurrencia, especialmen<strong>te</strong> de Nicole. Cada vez me cuesta más ignorar<br />

sus miradas asesinas. Está cabreada, es eviden<strong>te</strong>. Sin saber muy bien cómo,<br />

me he convertido en la pro<strong>te</strong>gida del único bully <strong>que</strong> la supera en maldad<br />

y seguramen<strong>te</strong> está con el síndrome de abstinencia. Lleva una semana sin<br />

me<strong>te</strong>rse conmigo. Llámame pesimista, pero no puedo evitar sentir un<br />

escalofrío cada vez <strong>que</strong> pienso en lo tranquila <strong>que</strong> está Nicole, como la<br />

calma an<strong>te</strong>s de la tormenta <strong>que</strong> es mi ex mejor amiga.<br />

—Puede <strong>que</strong> vayamos al centro comercial o algo así —le digo.<br />

De pronto, me propino una colleja mental al darme cuenta de <strong>que</strong> acabo<br />

de rebelar mi posible ubicación duran<strong>te</strong> el fin de semana. Tenía la<br />

esperanza de poder salir con las chicas y hacer algo divertido sin <strong>que</strong> Cole<br />

nos siga. Ahora ya no creo <strong>que</strong> sea posible.<br />

—¿El sábado por la noche? Si <strong>que</strong> cierra tarde el centro comercial,<br />

¿no?<br />

Ar<strong>que</strong>a una ceja y yo me encojo de hombros.<br />

—Tampoco es <strong>que</strong> <strong>te</strong>ngamos muchas opciones. No nos sobran las<br />

invitaciones para ir a fiestas precisamen<strong>te</strong>.<br />

Espero <strong>que</strong> a él no le haya sonado tan tris<strong>te</strong> como a mí. Me observa en<br />

silencio y, an<strong>te</strong>s de <strong>que</strong> sepa qué está haciendo, se levanta, se da la vuelta y<br />

llama a gritos a un tal Jared, <strong>que</strong> está al otro lado de la cafe<strong>te</strong>ría.<br />

—Eh, tío, ¿sigue en pie lo de la fiesta del sábado?

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