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te odiare hasta que te quiera

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sorprendido al verme o quizá le asusta mi aspecto. Tampoco es <strong>que</strong> me<br />

haya deslomado, llevo unos va<strong>que</strong>ros normalitos y una camiseta blanca.<br />

Tengo el pelo un poco alborotado, pero, a pesar de las prisas, me ha dado<br />

tiempo a pasarme el cepillo y ponerme un poco de brillo.<br />

—Hola.<br />

Al parecer se ha <strong>que</strong>dado sin aliento y la idea no me gusta. Tiene <strong>que</strong><br />

dejar de actuar como si mi presencia le afectara tanto. Si alguna vez Cole<br />

se da cuenta de las miradas <strong>que</strong> me echa Jay cuando cree <strong>que</strong> nadie le ve,<br />

estoy segura de <strong>que</strong> llegarán a las manos.<br />

—¿Quién es? —pregunta la voz de Cassandra desde la sala de estar, y<br />

yo me pongo histérica.<br />

¿Qué pensará de mí, presentándome a estas horas en su casa para ver a<br />

su hijo, <strong>que</strong> seguramen<strong>te</strong> ha pasado todo el día enfurruñado?<br />

—Es Tessa —responde Jay sin apartar los ojos de los míos.<br />

Empiezo a sentirme un poco incómoda, espero <strong>que</strong> deje de mirarme así<br />

o le pego un puñetazo.<br />

—Hola, señora Stone —le digo, y sonrío con timidez.<br />

Ella se dirige hacia mí.<br />

—Hola, cariño. No sabía <strong>que</strong> venías.<br />

Agacho la cabeza, avergonzada.<br />

—Y no iba a venir, pero necesito hablar un momento con Cole.<br />

Me analiza y una sonrisa asoma por la comisura de sus labios.<br />

—¿Esto tiene algo <strong>que</strong> ver con <strong>que</strong> lleve todo el día encerrado en su<br />

habitación?<br />

Se me ponen las mejillas rojas al instan<strong>te</strong>. Seguro <strong>que</strong> me odia, Cole se<br />

merece algo mucho mejor <strong>que</strong> yo y encima ahora resulta <strong>que</strong> me dedico a<br />

jugar con sus sentimientos.<br />

—Pues... no, es <strong>que</strong>... me equivoqué y necesito pedirle perdón.<br />

—¿Os habéis peleado?<br />

Reprimo el impulso de fulminar a Jay con la mirada. Se le nota con<strong>te</strong>nto<br />

y yo pienso para mis adentros lo mucho <strong>que</strong> me gustaría poder arrancarle<br />

la sonrisa de la cara con la ayuda de un cuchillo de carnicero. Tengo las<br />

palabras «mé<strong>te</strong><strong>te</strong> en tus asuntos» en la punta de la lengua, pero no puedo<br />

decirlo delan<strong>te</strong> de su madre, la misma madre <strong>que</strong> ahora mismo seguro <strong>que</strong><br />

me de<strong>te</strong>sta.<br />

—Por favor, Jay, sube a tu habitación. No tienes derecho a hacer una<br />

pregunta tan personal —le espeta a su hijo y, de repen<strong>te</strong>, siento <strong>que</strong> me

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