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te odiare hasta que te quiera

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tanto, acceso prácticamen<strong>te</strong> libre. Más fácil, imposible. Pero entonces sus<br />

manos siguen subiendo y yo ya no puedo pensar. Me olvido de respirar. Él<br />

se detiene un momento para mirarme, para saber si estoy bien, y yo le<br />

hago saber <strong>que</strong> nunca he estado mejor. Ansiaba tanto <strong>que</strong> me tocara <strong>que</strong><br />

casi me da miedo. Puedo sentir <strong>hasta</strong> el último centímetro de mi cuerpo,<br />

cada sensación es más in<strong>te</strong>nsa <strong>que</strong> la an<strong>te</strong>rior y cada roce despierta un<br />

abanico de emociones. Me estoy <strong>que</strong>mando y es la sensación más<br />

alucinan<strong>te</strong> del mundo.<br />

Quiero más, quiero <strong>que</strong> sus manos me abrasen la piel. Le tiro de la<br />

camiseta y él se levanta, se pone de rodillas y levanta los brazos, se la<br />

quita en un solo movimiento y la tira al suelo. Con<strong>te</strong>mplo su torso<br />

desnudo, los músculos definidos, los abdominales... Dios mío, los<br />

abdominales.<br />

—Me había olvidado de tu tableta —murmuro, incapaz de apartar los<br />

ojos.<br />

Cole se echa a reír, se tumba de nuevo encima de mí y me mordis<strong>que</strong>a<br />

los labios.<br />

—Toda tuya.<br />

Es como si me leyera la men<strong>te</strong>. Coge mi mano y se la pone en los<br />

abdominales. Yo los acaricio maravillada mientras él contiene la<br />

respiración. Mis dedos se deslizan sobre los músculos, <strong>que</strong> se contraen al<br />

entrar en contacto. Tiene la piel suave y <strong>te</strong>rsa al mismo tiempo.<br />

Me tomo mi tiempo explorando su cuerpo mientras él me besa las<br />

mejillas, la fren<strong>te</strong>, los párpados, la nariz y, por último, los labios. Luego<br />

sigue bajando por el cuello en dirección a los pechos y yo soy incapaz de<br />

man<strong>te</strong>ner los ojos abiertos. Duda un instan<strong>te</strong> an<strong>te</strong>s de pasear la lengua por<br />

el contorno y bajarme la camiseta, solo un poco, no demasiado, para<br />

luego seguir el camino de la lengua, pero esta vez con los labios. Ahora<br />

mismo soy un manojo de emociones y sentimientos.<br />

Cole entierra la cabeza en mi cuello y me lo acaricia con su cara. Su<br />

respiración suena tan errática como la mía y, de repen<strong>te</strong>, me doy cuenta de<br />

<strong>que</strong> mis manos aún siguen paseándose por su cuerpo. Lo sujeto por los<br />

hombros e in<strong>te</strong>nto recuperar el aliento, pero me cuesta hacerlo con su<br />

aliento acariciándome la cara. Tengo los nervios a flor de piel.<br />

—Esto ha sido mejor de lo <strong>que</strong> había imaginado.<br />

—Pero... pero ¿es <strong>que</strong> alguna vez has pensado en mí? —tartamudeo.<br />

Que alguien como Cole <strong>te</strong> diga <strong>que</strong> ha fantaseado con la posibilidad de

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