Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
R.HUAYNA INGÉNITO<br />
—¡Soy tu destructor! —le respondo tranquilamente, mientras le<br />
miro fijamente.<br />
La metamorfosis de sus ojillos de ofidio es electrizante: partiendo<br />
de la interrogativa llega a un clímax ardiendo con llamaradas de ira. Su<br />
orgullo ha sido herido profundamente.<br />
Me subestima. Se sabe vencedor y mi serenidad apenas lo desconcierta.<br />
Se dispone a atacar... Antes me clava su mirada fija e inmóvil<br />
tratando de fascinarme, de confundirme. Siento que esas brazas intentan<br />
incendiarme anímicamente, con miedo y desconfianza.<br />
Mis ojos no abandonan los suyos, estoy presto a repeler cualquier<br />
ataque.<br />
Ambos permanecemos inmóviles por una relativa eternidad, esperando.<br />
De pronto el imperceptible engaño de un movimiento suyo y desconocido<br />
para mí, me obliga a desviar con un brazo su horrenda zarpa<br />
dirigida a mi garganta. Luego, en inapreciable instante le tomo de la muñeca,<br />
giro levantándolo del piso con mis hombros y lo lanzo por los aires.<br />
Azota con su extraño cuerpo el duro suelo, sintiéndolo<br />
espasmódicamente. Se repone rápidamente y vuelve a atacar con resolución<br />
asesina. No puedo ser indulgente, ni contemplativo, se que este<br />
engendro es un caso perdido, sin posible regeneración, tengo que aniquilarlo<br />
cuanto antes. Bloqueo sus crispadas garras y le hundo con un<br />
rápido desliz mi mano libre en su pecho crujiente. ¡Extraño: no tiene<br />
órganos internos!, pero, le mana un líquido correoso y humeante. Aún no<br />
está vencido y se sobrepone tambaleándose, babeante; y agrede por<br />
última vez. Rápidamente doy una vuelta completa sobre mí mismo y lanzo<br />
una de mis extremidades inferiores en dirección a su cabeza. El potente<br />
golpe de mi talón, inmisericorde, se la destroza. Después asombrado<br />
se palpa lo que le queda de cuello, negándose a caer, este gesto le<br />
nace como una negativa a lo inexorable, hasta que al fin se derrumba,<br />
derrotado. Instantes después tras un hervor espeso, desaparece consumido<br />
por sus propios líquidos.<br />
Cuando desaparece la tétrica visión y este universo empieza a<br />
desintegrarse, oigo la voz de alarma de otro integrante de «La Vigilancia»,<br />
que le pregunta a este, cuyo interior estoy abandonando:<br />
—¿Qué te pasa? ¿Estas mal?<br />
Observa que su compañero perdió el conocimiento y ha adquirido<br />
un color ceniciento.<br />
—¡Contesta! ¡No podemos darnos el lujo de enfermarnos!<br />
100