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R.HUAYNA INGÉNITO<br />
—¡Oh, sí, comprendo...!<br />
Allí no hay tinieblas, hay algo peor. El satélite es un inexpugnable<br />
reformatorio mental.<br />
—Como bien lo sabes —dice—, es la madre de mi planeta. En ella<br />
nacieron, crecieron y murieron siete razas humanas. Eso mismo está repitiéndose<br />
ahora en mi planeta, habrá siete razas.<br />
Pude comprobar esta verdad en los archivos akashicos del planeta.<br />
Todo está perfectamente documentado; todos los infinitos detalles de<br />
su historia, desde su salida de lo inmanifestado están grabados permanentemente<br />
en intuitivas escenas... Lo sucedido en el día anterior cósmico<br />
con el satélite está unido al del planeta...<br />
—Ahora —continúa—. ¡Es un cadáver en descomposición, está<br />
volviendo al polvo de donde fue tomado! Todo su destino, toda su vida,<br />
fue legado, con algunas diferencias, a su hijo a través de genes planetarios.<br />
Cuando ingresamos dentro de la mortecina aura del satélite, que<br />
representa insignificante atmósfera sin gases respirables para la vida física,<br />
el ambiente se torna tétrico, frígido, desconfiado y mal oliente. La<br />
pesadez de sus materiales se incrementa indescriptiblemente; supura un<br />
lamento sufriente, ilimitado.<br />
Algunas criaturas arrastran su deformidad sobre el lodo fantasmal<br />
empapado con lágrimas absurdas. Tragan el barro enfermizo y lo expelen<br />
dolorosamente tras de sí. Otras sintiendo nuestra presencia deciden<br />
hundirse dentro del hedor, para esconderse. En fin, el incontable número<br />
de criaturas con monstruosa sin forma y con el sino desesperado, lucha<br />
por sobrevivir dentro del azar.<br />
—Vayamos hacía la parte oscura del satélite —me dice con un<br />
susurro metafórico.<br />
Momentos después la penumbra nos rodea y dentro de ella cientos<br />
de cadáveres disuelven sus carnes mefíticamente. De muchos de ellos en<br />
reciente descomposición, brotan monstruosas larvas ¡y su instinto de<br />
conservación las trae hasta nosotros blandiendo increíble apetito! Son<br />
larvas defectuosas, egoicas, infrahumanas, necesitan alimento síquico para<br />
vivir y crecer. Se estrellan contra nuestras auras y rebotan chisporroteando<br />
e incendiándose; otras que no fueron alcanzadas por nuestras<br />
radiantes auras, retroceden temerosas hasta perderse en los huecos oscuros<br />
de donde salieron. Más adelante las sombras resignadas le ceden<br />
su lugar al némesis.<br />
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