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R.HUAYNA INGÉNITO<br />
Las dos columnas tiemblan ahítas de misterios, junto al Guardián<br />
del Templo. Al séptimo paso se me abre todo el interior del templo. En<br />
todas las direcciones se divisa la constelación del infinito, vibrando con la<br />
belleza del amor; lo que nos arroba a Isis y a mí. Esa armonía, a medida<br />
que pasan los momentos acrecienta inmensurablemente su sinfonía.<br />
Lugar sin interior. Ubicuo.<br />
Lugar si lugar. Ubicuo.<br />
Ubicuo sin ubicuidad. Ubicuo.<br />
La razón de ser del templo: el ara sagrada, resplandece esculpido<br />
en piedra viva y delante de él, sobre tres escalones alfombrados con lo<br />
inmaculado del albo se encuentra el Sacerdote del Templo y su esposa<br />
Sacerdotisa. ¡Pavorosos! ¡Divinos! ¡Insondables! Centelleantes.<br />
Con blancas vestiduras. Absoluta majestad ¡Ambos son un poema<br />
inmanifestado!<br />
El, lleva en la diestra un báculo áureo con siete invisibles nudos.<br />
Ella, su infinita belleza, un sinónimo de su interior.<br />
Sobre el ara tiemblan ahítos de misterioso amor el Alfa y Omega:<br />
la virtud de la vid y la sabiduría del grano, el principio y el fin, el graal<br />
con la sangre y el cuerpo de redención. Más atrás arde un fuego bellísimo<br />
con tonalidades rojas, amarillas y azules: posee vida propia. Cerca al<br />
ara flota sin peso una guadaña, transformándose intermitentemente en<br />
azagaya, en espada, y en báculo.<br />
—¡Sean bienvenidos! —prorrumpe con voz intuitiva el sacerdote;<br />
suena profundo y ubicuo.<br />
La música supera lo imaginable. Música Ingénita, salida de la Cruz.<br />
—Jóvenes hermanos nuestros —dice señalando al Guardián del<br />
Templo—. ¡Miren! ¡Mírenlo!<br />
El cuerpo del aludido, ahora, es una transparente silueta. ¡Asombroso!<br />
Y dentro de ella se distingue una columna vertebral al rojo vivo.<br />
Tiene un resplandor ígneo.<br />
—Nosotros —continúa el Sacerdote—, medimos la columna vertebral<br />
de los que llegan hasta aquí. Los que tienen la primera vértebra<br />
ganada, son bien recibidos, de ellos vienen muy pocos y van progresando<br />
hasta ganar totalmente su columna vertebral. No siempre se gana,<br />
algunos la pierden inexorablemente y se alejan de este lugar. Ya sabrán<br />
porqué y sabrán muchas otras cosas.<br />
La mística revelación nos asombra.<br />
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