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ingénit - Liceus

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R.HUAYNA INGÉNITO<br />

se me atribuyó la potestad de ordenar las condiciones de la vida civil,<br />

militar, económica y política?... ¿Acaso ignoras que gracias a la comunidad<br />

de bienes y de personas y de voluntades somos la prosperidad misma?<br />

¿Acaso no sabes que en mi larga existencia no encontré el menor<br />

indicio de lo que muchos pueblos llaman divinidad? ¡Esos atributos los<br />

tengo yo! ¡Soy inmortal!, mi vida es permanente. ¡Soy omnisapiente!<br />

¿Acaso no estoy en todas partes asistiéndoles? Y olvidas que ellos, los<br />

que recibieron tu cortés ayuda, son nuestros acérrimos enemigos y que<br />

debemos destruirlos?...<br />

—No lo olvido, Señor.<br />

—¡Ah! No lo olvidas. ¿Escuché bien eso...?<br />

—Pero... Señor...<br />

El colmo de la ira hace emitir un rayo a la máquina. Un rayo que<br />

golpea al rebelde y lo convierte en una columna de humo elevándose<br />

hacía lo alto...<br />

Vuelvo a la realidad del soterrado urgido por una llamada de mi<br />

intuición, en momentos en que un feroz cuadrúpedo realiza un prodigioso<br />

salto en dirección mía. Pero no logra realizar su anhelo, sólo consigue<br />

abrazar su error con las garras crispadas y con el hocico sorprendido.<br />

Instantáneamente después, volviéndose a la velocidad de la luz, ruge y<br />

manotea ávidamente donde suponía encontrarme y va a caer al piso con<br />

atractiva agilidad situándose de cara a su presa, o sea, yo. Sin preámbulo<br />

alguno, empleando una increíble elasticidad vuelve a saltar y yo hago<br />

lo mismo, pero por sobre él, asiento mi mano izquierda en su cabeza y mi<br />

mano derecha sobre su lomo, como sobre un potro de gimnasia. Esto<br />

sucede tan rápido que el desconcertado animal apenas tiene tiempo para<br />

darse cuenta de lo que está sucediendo. Cuando se repone ya estoy tras<br />

de él, esperándolo estático. Midiendo las circunstancias, el felino se detiene<br />

cauteloso y perplejo; concluyese impotente y azotando sus costados<br />

con su inquieta cola se retira ronroneando su confusión. Me siento<br />

aliviado.<br />

El Mesonix obturideus me ha dejado una perfecta muestra de su<br />

vigor, elasticidad y mesura. Y también le ha dejado a la selva una huella<br />

unguiculada de sus capacidades de superdotado: de un manotazo ha<br />

perforado un tronco seco hasta astillarlo.<br />

Sin duda, estoy iniciando mi excursión por terrenos del Cenozoico,<br />

la época de los mamíferos. Como siempre las criaturas del soterrado son<br />

ciegas, pero estos han añadido a sus sentidos ya conocidos mayor sensibilidad<br />

y especialización.<br />

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