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una carcajada lasciva sufriente. ¡Es una trampa, tiene la solidez de la<br />
ignorancia y se hunde en mi interior tratando de instigarme una pesadilla<br />
en vigilia! Tampoco estoy dispuesto a permitirlo... ¡Ah, no!, ahora una<br />
involuntaria contracción espasmódica me sume en posición fetal. Mi rigidez<br />
es alarmante y está a punto de suspender el funcionamiento de mis<br />
pulmones y causarme un paro cardiaco; al mismo tiempo que algo trata<br />
de pensar en mi cerebro desplazando mis mientes... ¡es inenarrable esa<br />
provección absorbente! Tampoco estoy dispuesto a ceder.<br />
Mis ojos están bien abiertos, sin mirar. Siento hundirse mis rodillas<br />
en el polvo. Y entonces reuniendo fuerzas internas con toda mi voluntad<br />
me dispongo a contraatacar... Un momento, algo está cambiando sin yo<br />
intervenir: la grotesca influencia infrahumana y sus lúgubres intenciones<br />
de destruirme son apartadas de mí como el mal olor por una brisa balsámica.<br />
La respuesta de quién me socorrió sin pedirlo la tengo en la tácita<br />
sonrisa de mi maestro instructor en la dimensión mental:<br />
—Volvamos a la ciudad —dice—. Allí te espero.<br />
No hay reproches ni alabanzas, solo profunda comprensión. Paz.<br />
Es inútil buscar al trío. Ellos huyeron mientras me distraían con esa<br />
entidad que por lo que veo ha sido regresada a su celda de la prisión<br />
lunar.<br />
¿Quiénes son ellos, que han logrado romper las barreras del reformatorio<br />
para sacar a ese absurdo cúmulo de errores? Sé que ellos serán<br />
protagonistas de hechos nugatorios en el cercano futuro.<br />
Momentos después en la ciudad subterránea, en una habitación del<br />
mismo edificio de donde partiéramos para la luna, poso mi mirada en una<br />
de las bellas pinturas pentadimensionales, sólo sondeable por el alma,<br />
que adosa las paredes esféricas. Una maravillosa planta, de hojas menudas<br />
y única flor, perfuma el ambiente y emite a la vez dulcísima música.<br />
La planta, está constituida de células enormes, flotando en un delicioso<br />
océano gaseoso y oscilante; microscópicos relámpagos reunidos la iluminan;<br />
transmuta constantemente y con indefinible intermitencia progresiva<br />
la luz y todo su espectro. La flor en sí, cercana a lo etérico desplazándose<br />
como cualquier ser animado viene hasta nosotros levitando y se<br />
apresta a escuchar nuestra conversación, de ello sacará cierto tipo de<br />
energía que le servirá para nutrirse.<br />
—¡Fueron, Hoge y sus dos lugartenientes —dice mi maestro instructor<br />
refiriéndose a los hechos ocurridos en el satélite— los que escaparon<br />
llevándose a un tenebroso amigo suyo, a una siniestra entidad<br />
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R.HUAYNA INGÉNITO