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R.HUAYNA INGÉNITO<br />
Atravieso las paredes del bloque de laboratorios y de las habitaciones<br />
contiguas físicamente. ¡Mis átomos han dejando de ser materiales,<br />
se están comportando de otra manera! Atravieso las cosas materiales<br />
como si cruzara una cortina sonora, un siseo raspante. Tengo el dominio<br />
de la materia.<br />
—¡Alto! —ordena y amenaza una voz.<br />
Es un solitario guardia, no es común: tengo que vérmela con un<br />
androide y me ha descubierto con sus sensibilísimos sensores térmicos.<br />
Le presto poca importancia y rápidamente gano el laboratorio contiguo,<br />
adelantándome al formidable golpe de dos potentes rayos de luz coherente<br />
que impactan en la pared. Tropiezo con otros androides. El más<br />
cercano no me permite otra alternativa de aplastarle el cráneo, de nada<br />
le sirve el blindaje de fuerza. Los demás me apuntan sus mortales miradas<br />
de rayos volatilizantes, pero se contienen ante la perspectiva de dañar<br />
delicados artefactos. Aprovecho la avenencia para alejarme.<br />
Un pasillo me lleva hasta una estancia donde una colosal maquinaria<br />
de androides y autómatas ha quedado inutilizada. Es una fábrica cruel...<br />
Dentro de un incubador las células cerebrales de numerosos cerebros<br />
artificiales continúan multiplicándose, la falta de energía para completar<br />
los requisitos de un cerebro humano las matará. Corazones todavía<br />
amorfos, palpitan dentro de gaseosos y húmedos caldos de cultivo. Numerosos<br />
huesos acabaron su desarrollo en otros caldos. Órganos glandulares<br />
productotes de hormonas oscilan... Y hay muchos otros<br />
incubadores brindando delicadas condiciones de vida a diferentes órganos<br />
en formación... Los productos de esta fábrica se destinan para armar<br />
nuevos androides...<br />
—¡Ahí está! —llegan guardias androides y me apuntan—. ¡Destrúyanlo,<br />
sin reparar en nada, destrúyanlo!<br />
Tres delgados haces de luz vaporizan a una incubadora, no hay<br />
ruido. Mientras otros rayos rebotan del piso, ágilmente me escondo tras<br />
una sólida prolongación metálica. Destruyen mi escondite. ¡Pero ya no<br />
estoy ahí! ¿Adónde me fui? Surjo tras una lejana cápsula y la desintegran<br />
inmediatamente. Y ¿adonde? Y vaporizan todos los lugares y artefactos<br />
donde suponen me escondo.<br />
Todo lo que vieron los androides fue espejismo, excepto lo que<br />
destruyeron. Salte a otra sala en el momento de su primer ataque. Tienen<br />
un cerebro propenso a la hipnosis, es sencillo imponerles una ilusión.<br />
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