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—Les señalaba el camino para esclavizarlos; sufría por liberarlos<br />
decía él y recorría caminos tortuosos como nadie para salvarlos.<br />
Inconcientemente implantó una jerarquía en la que debía ser considerado<br />
como una divinidad infalible. Los obligaba si era necesario.<br />
—¡Mira! —le interrumpo— ¡Alguien escapa de la prisión...!<br />
Más allá de la tormenta de polvo que oprimía al desgraciado, en<br />
una región tenebrosa, otra estremecedora criatura va adquiriendo progresiva<br />
rapidez y vitalidad inusual. Pronto su aspecto pétreo se rodea de<br />
un halo eléctrico.<br />
—¡Espera Ourus, lo están invocando desde el universo físico!<br />
En efecto, lo están liberando con una poderosa invocación nigromante.<br />
Hasta nosotros llega el inteligible llamado sibilino con la fuerza<br />
necesaria para romper las sólidas barreras energéticas del reformatorio.<br />
¡No puedo permitir que escape! Pero, se lo llevan. Desaparece de nuestros<br />
sentidos mentales. ¡Ya es demasiado tarde para detenerlo!<br />
—¡Aún no! —dice serenamente la voz venerable del instructor—.<br />
Quienes lo están llamando están en la parte física de la luna. O sea aquí<br />
mismo pero en lo físico.<br />
Irradia confianza. Tácitamente me da la libertad de encargarme del<br />
caso. Me impresiona su seguridad ¡sabe que puedo traerlo de vuelta!<br />
Sí. Lo haré.<br />
Inmediatamente llamo a mi cuerpo físico. Lo visualizo nítidamente y<br />
cuando mis células alcanzan la sutilidad de un mantram lo introduzco en<br />
la dimensión mental, trayéndolo hasta aquí. Gracias al Verbo, unos maravillosos<br />
dedos pulsan un sutilísimo teclado, arrancando de ellas los<br />
deliciosos sonidos con los que me identifico con la materia y alcanzo la<br />
solidez. Tuve mucho cuidado en traer conmigo lo necesario para salvar<br />
la bajísima temperatura espacial y sus letales radiaciones. Traje también<br />
una prevención cimbrando en mi interior:<br />
—Ten cuidado..., mucho cuidado.<br />
Tiene el timbre intuitivo del maravilloso ser que se quedó en la dimensión<br />
mental del satélite.<br />
Todo es tranquilidad. La noche sideral integra y poética titila a amor<br />
en el negro espacio.<br />
Sí, ya tengo la consistencia y el peso necesario como para posar<br />
mis pies sobre el polvo lunar y acabo de oír las últimas palabras que<br />
cierran ¡la invocación nigromante! Luego, la misma voz ordena:<br />
—Ya lo tenemos ¡Vámonos!<br />
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R.HUAYNA INGÉNITO